Tom Sawyer
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Mark Twain
Esto, como es de suponer, despertó tan viva curiosidad que casi aminoró la que
inspiraba el principal suceso; pero el galés dejó que corroyera las entrañas de sus
visitantes y por mediación de ellos las de todo el pueblo, pues no quiso descubrir su
secreto. Cuando supieron todo lo que había que saber, la viuda dijo.
-Me quedé dormida leyendo en la cama, y seguí durmiendo durante todo el bullicio.
¿Por qué no fue usted y me despertó?
-Creíamos que no valía la pena. No era fácil que aquellos prójimos volvieran: no les
habían quedado herramientas para trabajar; y ¿de qué servía despertar a usted y
darle un susto mortal? Mis tres negros se quedaron guardando la casa toda la
noche. Ahora acaban de volver.
Llegaron más visitantes y hubo que contar y recontar la historia durante otras dos
horas.
No había escuela dominical durante las vacaciones, pero todos fueron temprano a la
iglesia. El emocionante suceso fue bien examinado y discutido. Se supo que aún no
se había encontrado el menor rastro de malhechores. Al acabarse el sermón, el juez
Thatcher se acercó a la señora Harper, que salía por el centro de la nave, entre la
multitud.
-¿Pero es que mi Becky se va a pasar durmiendo todo el día? -le dijo-. Ya me
figuraba yo que estaría muerta de cansancio.
-¿Su Becky?
-Sí -contestó el juez alarmado-. ¿No ha pasado la noche en casa de usted?
-¡Ca! No, señor.
La esposa del juez palideció y se dejó caer sobre un banco, en el momento que
pasaba tía Polly hablando apresuradamente con una amiga.
-Buenos días, señoras -dijo-. Uno de mis chicos no aparece. Me figuro que se
quedaría a dormir en casa de una de ustedes, y que luego habrá tenido miedo de
presentarse en la iglesia. Ya le ajustaré las cuentas.
La señora de Thatcher hizo un débil movimiento negativo con la cabeza y se puso
aún más pálida.
-No ha estado con nosotros -dijo la señora Harper, un tanto inquieta. Una viva
ansiedad contrajo el rostro de tía Polly Joe Harper, ¿has visto a mi Tom esta
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Preparado por Patricio Barros