TOM SOWYER Tom Sawyer - Mark Twain | Page 185

Tom Sawyer www.librosmaravillosos.com Mark Twain eso me pasó anoche. No podía dormir y subía por la calle, dándole vueltas al asunto, y cuando llegaba a aquel almacén de ladrillos junto a la Posada de Templanza me recosté de espaldas a la pared para pensar otro rato. Bueno; pues en aquel momento llegan esos dos prójimos y pasan a mi lado con una cosa bajo el brazo, y yo pensé que la habrían robado. El uno iba fumando y el otro le pidió fuego; así es que se pararon delante de mí, y la lumbre de los cigarros les alumbró las caras, y vi que el alto era el español sordomudo, por la barba blanca y el parche en el ojo, y el otro era un facineroso roto lleno de jirones. -¿Y pudiste ver los jirones con la lumbre de los cigarros? Esto azoró a Huck por un momento. Después respondió: -Bueno, no sé; pero me parece que lo vi. -Después ellos echarían a andar, y tú... -Sí; los seguí. Eso es: quería ver lo que traían entre manos, pues marchaban con tanto recelo. Los seguí hasta el portillo de la finca de la viuda, y me quedé en lo oscuro, y oí al de los harapos interceder por la viuda, y el español juraba que le había de cortar la cara, lo mismo que le dije a usted y a sus dos... -¿Cómo? ¡El mudo dijo todo eso! Huck había dado otro irremediable tropezón. Hacía cuanto podía para impedir que el viejo tuviera el menor barrunto de quién pudiera ser el español, y parecía que su lengua tenía empeño en crearle dificultades a pesar de todos sus esfuerzos. Intentó por diversos medios salir del atolladero, pero el anciano no le quitaba ojo, y se embarulló cada vez más. -Muchacho -dijo el galés-, no tengas miedo de mí; por nada del mundo te haría el menor daño. No; yo te protegeré..., he de protegerte. Ese español no es sordomudo; se te ha escapado sin querer, y ya no puedes enmendarlo. Tú sabes algo de ese español y no quieres sacarlo a colación. Pues confía en mí: dime lo que es, y fíate de mí: no he de hacerte traición. Huck miró un momento los ojos sinceros y honrados del viejo, y después se inclinó y murmuró en su oído: -No es español... ¡es Joe el Indio! El galés casi saltó de la silla. 185 Preparado por Patricio Barros