Tom Sawyer
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Mark Twain
sido a veces buena conmigo y quiero decirlo; lo diré si me prometen que no dirán
nunca que fui yo.
-Apuesto a que algo de peso tiene que decir, o no se pondría así. Fuera con ello,
muchacho, que aquí nadie ha de decir nada.
Tres minutos después el viejo y sus dos hijos, bien armados, estaban en lo alto del
monte, y penetraban en el sendero de los matorrales, con las armas preparadas.
Huck los acompañó hasta allí, se agazapó tras un peñasco y se puso a escuchar.
Hubo un postrado y anheloso silencio; después, de pronto, una detonación de arma
de fuego y un grito. Huck no esperó a saber detalles. Pegó un salto y echó a correr
monte abajo como una liebre.
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Preparado por Patricio Barros