Tom Sawyer
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Mark Twain
abundante y grata compañía, y la cerca ¡tenía tres manos de cal! De no habérsele
agotado la existencia de lechada, habría hecho declararse en quiebra a todos los
chicos del lugar.
Tom se decía que, después de todo, el mundo no era un páramo. Había descubierto,
sin darse cuenta, uno de los principios fundamentales de la conducta humana, a
saber: que para que alguien, hombre o muchacho, anhele alguna cosa, sólo es
necesario hacerla difícil de conseguir. Si hubiera sido un eximio y agudo filósofo,
como el autor de este libro, hubiera comprendido entonces que el trabajo consiste
en lo que estamos obligados a hacer, sea lo que sea, y que el juego consiste en
aquello a lo que no se nos obliga. Y esto le ayudaría a entender por qué
confeccionar flores artificiales o andar en el treadmill es trabajo, mientras que jugar
a los bolos o escalar el Mont Blanc no es más que divertimiento. Hay en Inglaterra
caballeros opulentos que durante el verano guían las diligencias de cuatro caballos y
hacen el servicio diario de veinte o treinta millas porque el hacerlo les cuesta mucho
dinero; pero si se les ofreciera un salario por su tarea, eso la convertiría en trabajo,
y entonces dimitirían.
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Preparado por Patricio Barros