TOM SOWYER Tom Sawyer - Mark Twain | Page 148

Tom Sawyer www.librosmaravillosos.com Mark Twain gran cuidado. Uno y otro se alejaban de cuando en cuando, pero la misma trágica fascinación los obligaba a volver en seguida. Tom aguzaba el oído cuando algún ocioso salía fuera de la sala; pero invariablemente oía malas noticias: el cerco se iba estrechando más y más, implacable, en torno del pobre Potter. Al cabo del segundo día la conversación del pueblo era que la declaración de Joe el Indio se mantenía en pie a inconmovible y que no cabía la menor duda sobre cuál sería el veredicto del jurado. Tom se retiró muy tarde aquella noche y entró a acostarse por la ventana. Tenía una terrible excitación y pasaron muchas horas antes que se durmiera. Todo el pueblo acudió a la siguiente mañana a la casa del tribunal, porque era aquél el día decisivo. Ambos sexos estaban representados por igual en el compacto auditorio. Después de una larga espera entró el Jurado y ocupó sus puestos; poco después, Potter, pálido y huraño, tímido a inerte, fue introducido, sujeto con cadenas; y sentado donde todos los ojos curiosos pudieran contemplarle; no menos conspicuo aparecía Joe el Indio, impasible como siempre. Hubo otra espera, y llegó el juez, y el sheriff declaró abierta la sesión. Siguieron los acostumbrados cuchicheos entre los abogados y el manejo y reunión de papeles. Esos detalles y las tardanzas y pausas que los acompañaban iban formando una atmósfera de preparativos y expectación, tan impresionante como fascinadora. Se llamó a un testigo, el cual declaró que había encontrado a Muff Potter lavándose en el arroyo en las primeras horas de la madrugada, el día en que el crimen fue descubierto, y que inmediatamente se alejó esquivándose. Después de algunas preguntas, el fiscal dijo: -Puede interrogarle la defensa. El acusado levantó los ojos, pero los volvió a bajar cuando su defensor dijo: -No tengo nada que preguntarle. El testigo que compareció después declaró acerca de haberse encontrado la navaja al lado del cadáver. El fiscal dijo: -Puede interrogarle la defensa. -Nada tengo que preguntarle. Un tercer testigo juró que había visto a menudo la navaja en posesión de Muff Potter. 148 Preparado por Patricio Barros