Tom Sawyer
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Mark Twain
gran cuidado. Uno y otro se alejaban de cuando en cuando, pero la misma trágica
fascinación los obligaba a volver en seguida. Tom aguzaba el oído cuando algún
ocioso salía fuera de la sala; pero invariablemente oía malas noticias: el cerco se iba
estrechando más y más, implacable, en torno del pobre Potter. Al cabo del segundo
día la conversación del pueblo era que la declaración de Joe el Indio se mantenía en
pie a inconmovible y que no cabía la menor duda sobre cuál sería el veredicto del
jurado.
Tom se retiró muy tarde aquella noche y entró a acostarse por la ventana. Tenía
una terrible excitación y pasaron muchas horas antes que se durmiera. Todo el
pueblo acudió a la siguiente mañana a la casa del tribunal, porque era aquél el día
decisivo. Ambos sexos estaban representados por igual en el compacto auditorio.
Después de una larga espera entró el Jurado y ocupó sus puestos; poco después,
Potter, pálido y huraño, tímido a inerte, fue introducido, sujeto con cadenas; y
sentado donde todos los ojos curiosos pudieran contemplarle; no menos conspicuo
aparecía Joe el Indio, impasible como siempre. Hubo otra espera, y llegó el juez, y
el sheriff declaró abierta la sesión. Siguieron los acostumbrados cuchicheos entre
los abogados y el manejo y reunión de papeles. Esos detalles y las tardanzas y
pausas que los acompañaban iban formando una atmósfera de preparativos y
expectación, tan impresionante como fascinadora.
Se llamó a un testigo, el cual declaró que había encontrado a Muff Potter lavándose
en el arroyo en las primeras horas de la madrugada, el día en que el crimen fue
descubierto, y que inmediatamente se alejó esquivándose. Después de algunas
preguntas, el fiscal dijo:
-Puede interrogarle la defensa.
El acusado levantó los ojos, pero los volvió a bajar cuando su defensor dijo:
-No tengo nada que preguntarle.
El testigo que compareció después declaró acerca de haberse encontrado la navaja
al lado del cadáver. El fiscal dijo:
-Puede interrogarle la defensa.
-Nada tengo que preguntarle.
Un tercer testigo juró que había visto a menudo la navaja en posesión de Muff
Potter.
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Preparado por Patricio Barros