Tom Sawyer
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Mark Twain
oídos; el salón de baile ha perdido su pérfido encanto; y enferma y con el corazón
destrozado, huye convencida que los placeres terrenales no pueden satisfacer los
anhelos del alma.
Y así seguía y seguía por el mismo camino. De cuando en cuando, durante la
lectura, se alzaba un rumor de aprobación, acompañado de cuchicheos como « ¡Qué
encanto!» « ¡Qué elocuente!» « ¡Qué verdad dice!»; y cuando, al fin, terminó con
un sermón singularmente aflictivo, los aplausos fueron entusiastas.
Después se levantó una muchacha enjuta y melancólica, con la interesante palidez
nacida de píldoras y malas digestiones, y leyó un «Poema».
Con dos estrofas bastará:
UNA DONCELLA DE MISSOURI SE DESPIDE DE ALABAMA
¡Adiós, bella Alabama! ¡Qué amor mi pecho siente
Hoy que, por breve plazo, te voy a abandonar!
¡Qué tristes pensamientos se agolpan en mi frente
Y qué recuerdos hacen mi llanto desbordar!
Porque he vagado a solas bajo tus enramadas,
Al borde de tus ríos me he sentado a leer,
Y he escuchado, entre flores, murmurar tus cascadas
Cuando Aurora tendía sus rayos por doquier
Pero no avergonzada de mi dolor te dejo,
Ni mis llorosos ojos de volver, hacia ti,
Pues no es de extraña tierra de la que ahora me alejo
Ni extraños los que pronto se apartarán de mí.
Porque mi hogar estaba en tu seno, Alabama,
Cuyos valles y torres de vista perderé.
Y si te abandonase sin dolor en el alma
Cual de bronce serían mi cabeza y mi «coeur».
Había allí muy pocos que supieran lo que «coeur» significaba; no obstante, el
poema produjo general satisfacción.
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Preparado por Patricio Barros