CUENTOS
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Consta de una placa circular segmentada de espejos de fibra de vidrio recogidos a modo de paragüas hasta formar este cono que se ve en un principio, minimizando así el espacio para su transporte. Este se despliega de forma manual hasta ocupar una superficie circular de trece metros cuadrados.
Melquiades accionó mediante una larga manivela que incorporaba el ingenio, el invento se desplegó lentamente a modo de paragüas hasta ocupar una superficie de dos metros de diámetro después dijo:
Como veis la parte central ocupa un espacio limitado que va de mayor a menor según el instrumento utilizado; este puede se desde este deposito el cual recibe el agua y la luz del gas foto-termal que calienta este paragüas de fibra de vidrio que cuenta con una capacidad doscientos litros, naturalmente de agua y que esta dividido en secciones circulares de un centímetro, esta construido con un plástico muy resistente y reforzado pero que como veis ocupa muy poco espacio cuando no se llena de agua o aire, y les aseguro es muy ligero. Podréis comprobar unas cápsulas a su alrededor, las pequeñas contienen fitoplancton, las grandes sales marinas, son las celdillas que componen los generadores de nutrientes; están estudiadas para ser recogidas diez veces por semana,cuando los dos kilos de alimento de cada carga se hayan consumido, lo que supondría un mes de autonomía.
Lo demás es sencillo un pequeño acumulador de humedad ambiental que genera tres litros de agua, dos para consumo humano y uno para el generador de nutrientes; y lo más importante, en este deposito se crían huevas de Krill un pequeño crustáceo de gran valor nutritivo.
El deposito tiene incorporado un sistema para enfriar el agua y otro compartimento para criar en agua calida diversas algas comestibles, todo ha sido estudiado para ocupar el mínimo espacio. El pescado se alimenta del fitoplancton y las algas que se cultivan primero en masa en las celdillas de un centímetro y que luego se dejan crecer según se vayan necesitando en este otro deposito.
Todos se escandalizaron, los presidentes de los países africanos que continuamente utilizaban sus guerras de hambre no paraban de llamar a sus informadores para comprobar si era cierta la información y una vez confirmada se dirigieron a Melquiades increpándole: