Cuentos
26
El pequeño robot se inclino en el río de plata , recogió entre sus manos de hierro algo que no existía en su mundo, extrañado lo agitó y el bebé lloró entre sus brazos, estaba envuelto en algo extraño y suave sin duda alguna, nada de su mundo era así, lo puso sobre la fría roca y descubrió el extraño ser. Vamos a ver se dijo:
- tiene cinco dedos en las manos y en los pies, como yo, tiene una cabeza con ojos ¡creo que es eso! como los míos, pues si le enseño un dedo lo sigue con su mirada, lo demás no lo entiendo, pero creo que son cosas que le ayudan a pensar. Pero es demasiado pequeño, mas incluso que yo ¡y yo lo soy mucho! y está muy suave y blandito. ¡Aquí en este mundo no hay cosas así! Veamos de donde
vino: ¿del agua? ,¿Del cielo tal vez ?, ¿o de un lugar que no me llego a creer? Sin duda es un regalo del mismo hacedor del saber. Flotaba en una barca envuelto todo su ser, ¡veamos lo que hay dentro! veamos pues debemos ver, cuatro mil quinientos kilos, tres mil de ellos de cosas blanditas como él, pues eso debe comer el mismo hacedor del saber que lo que como yo ni es blando ni él lo puede comer. Lo dejaré en su barquito y con mi barco lo remolcaré, veamos si nos enseña cosas nuevas de su saber.
El río serpenteaba hacia el monte de lo infinito, el más alto del planeta, hierro y piedra sin finito, hueca , por los robots construida, con palacios de grafito, donde el hielo de tormentas calentado era aire calentito y con fuego como de estrellas ,se mezclaba con el aire y ¡milagro! el niño creció con aire, dejó de ser chiquitito y al consejo de los sabios, llegó a sus veinte años , educado en la razón, en el bien pero solo como él con un corazón para creer.
De lo bueno en que creer, viene lo bueno en el hacer, y si el mundo de los Echos grande era para máquinas de todo tipo, nadie era lo valiente como lo fue aquel hombrecito, que unió saber y ciencia y la convirtió en algo más que un rito y quiso saber de fuera de Echos , (tierra de los benditos) muchos fueron los