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Rodolfo Terragno: “Creer que hay solo dos visiones del país es parte de la desmesura argentina” Balances. “Hay una responsabilidad de la dirigencia política (en la cual me incluyo), que no ha sabido responder a las necesi- dades y demandas sociales”, dice Terragno. -Pasaron casi 35 años de su libro La Argentina del siglo 21, que proponía una hoja de ruta para un país que recién salía de la dictadura y comenzaba a dar sus primeros pasos en demo- cracia, ¿cómo coteja aquella utopía con esta Argentina 2019? - No era una utopía ni un sueño, ni una predic- ción. Borges decía que no nos ha sido dado imaginar el futuro y sólo lo concebimos como una prolongación del presente. Ese libro no tra- taba de predecir sino de enunciar cosas que, me parecía, debían ocurrir para que la Argentina se desarrollara económica y social- mente. Sin duda en su contenido influyó mucho mi exilio en Inglaterra durante la dictadura. Uno recicla lo que se piensa y se dice en la sociedad en que vive, y absorber cosas nuevas me per- mitió escribir un libro que no habría podido escribir acá. Pero bueno, hay cosas que allí planteaba que sí se se han dado… -Vayamos a ellas. -En el ‘83 y por varios años mucha gente pen- saba “esta democracia no va a durar”. Teníamos detrás la historia de que cada tanto venían los militares, y luego hubo un período en el que Alfonsín tuvo que soportar asonadas. Pero el libro daba por sentado que la democracia dura- ría.Han pasado unos cuántos años y seguimos eligiendo y no tenemos ya más riesgos de dic- taduras. Otra de las cosas que preconizaba el libro era la revolución genética y su aplicación al agro. Discutía el prejuicio de que uno no tiene que exportar materias primas sino valor agregado. Primero uno exporta lo que el mer- cado quiere; no puede exportar lo que se le de la gana. Por otro lado la exportación provee recursos para las políticas que uno quiere des- arrollar, y el modelo que yo planteaba era industrial exportador. Pero debía generar agro- dólares para financiar la industrialización. Eso ocurrió en la Argentina. Más allá de la polémica sobre el glifosato, hubo una revolución genéti- ca que nos permitió aprovechar que China, que es un enorme importador de soja, ingresaba al mercado mundial. Gran parte del crecimiento que tuvo el país durante varios años, después frustrado por la falta de ideas y el gasto político, estuvo vinculado a la soja, a la ingeniera gené- tica y a los agrodólares. -¿Y lo que no se dio? -Lo que no se ha dado, por lo menos hasta ahora, es el tipo de edu- cación que yo planteaba, el razonamiento científi- co, la disciplina social. Mi aspiración era que hubie- ra una mayor influencia de la ciencia, no sólo de la divulgación de la cien- cia, sino del método cien- tífico para analizar los fenómenos sociales. Que hubiera más búsqueda de relaciones causales y el sometimiento a la prueba delas políticas que se aplican. Todas estas cosas no las hemos con- seguido. La realidad es que hay una involución económica; las cifras no siempre dicen la ver- dad pero creo que en este caso nos ilustran muy bien sobre lo que nos pasa: tenemos ingreso per cápita de 11.000 dólares, Chile de 16.000 y Uruguay de 17.000. Es evidente que nos hemos retrasado. -Usted ha tenido participación activa, desde el Gobierno o desde la oposición, de todos los períodos y etapas en estas tres décadas y media, ¿dónde ubica las causas y responsabili- dades por este retraso socioeconómico? -Analizando por períodos y evitando la parciali- dad, debo empezar por decir que en 1987 yo no era radical, no estaba afiliado a ningún partido político. El presidente Alfonsín, que había leído ese libro, me invitó a incorporarme a su gobier- no. A mí me atraía el inicio de la democracia, el hecho que se enviara a la cárcel a los dictado- res… No conozco otro país donde haya pasado eso, que un gobierno civil mande a los dictado- res a la cárcel. Había, además, un afán de inno- vación. Me atrajo la idea de terminar el conflic- to con Chile, invertir la relación tradicional de sospecha que había con Brasil, al punto que se abrieron las centrales nucleares de uno y otro país para la inspección recíproca. La idea de pedirle un programa de desarrollo económico a Saburo Okita, que era el artífice del milagro japonés. La idea de una nueva Constitución. Inclusive la idea fallida del traslado de la Capital. La idea que la Argentina se repensaba y quería ser distinta dentro de una democracia sin limitaciones. Todo eso me pareció algo extraordinario, que no tuvo continuidad. No porque no haya habido otro gobierno radical. Hay muchos factores que hicieron que eso fuera esfumándose. -La primera alternancia democrática vino de la mano de un cambio de régimen económico, con Menem… -Fue un período en el que hubo un proyecto de país, sí, que yo combatí: la exclusividad del mercado, las privatizaciones masivas, las “rela- ciones carnales”, la asociación extra OTAN. La estabilidad lograda mediante una ficción mone- taria, porque el peso no valía en realidad un dólar. Me disgustó mucho, pero no puedo negar que era un proyecto. Más tarde, hemos tenido populismo puro, sin proyecto. 14