The Valley Catholic
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¡Ceniza de Nuevo!
Sabias que: En la tradición bíblica, la ceniza era utilizada
como signo de afiliación y de penitencia.
• 2 de Samuel 13,19
• Ester 4,1:3
• Daniel 9,3
• 1Macabeos 3,47
Por Lupita Vital
La reforma del concilio Vaticano II determinó que la imposición de la ceniza se haga al final de la liturgia de la palabra, y no al comienzo
de la misa.
La fórmula que era utilizada antiguamente decía, “Acuérdate de que eres polvo”
(Gn. 3,19). Y que ahora puede ser sustituida por, “Arrepiéntete o Conviértete y cree
en el evangelio” (Marcos 1,15).
Con el miércoles de ceniza, da inicio la cuaresma que es un período litúrgico
que prepara a los cristianos(as) para la gran celebración de las fiestas de la Pascua.
Por lo tanto este tiempo debe ser aprovechado para reconciliarnos, con: Dios, con
la Naturaleza, con la Familia y con Nosotros Mismos(as). Durante este tiempo
podemos preguntarnos.
• ¿Qué debemos transformar en nosotros mismos(as) y alrededor de nosotros?
• ¿Cuáles son nuestros valores y prioridades en esta sociedad materialista?
• ¿Cómo podemos ser testigos de Jesús en esta sociedad de consumo?
Desde el año 384 d.c. la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos
los cristianos(as), y desde el siglo IX, la iglesia acostumbra poner las cenizas al
iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Finalmente debemos darnos cuenta que el símbolo de la ceniza nos indica que
nuestra vida es pasajera, que somos peregrinos y que nuestra meta definitiva es
el cielo. Animo aprovechemos esta cuaresma y transformemos nuestra vida de
de oscuridad en luz. Vivamos al estilo de Jesús Resucitado.
Mensaje del Santo Padre Francisco
para la Cuaresma 2014
Queridos hermanos y hermanas: Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas
reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión.
Comienzo recordando las palabras de san Pablo: Pues conocéis la gracia de nuestro
Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con
su pobreza (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a
ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen,
a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la
invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y
la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: Siendo rico, se hizo pobre
por vosotros… Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo
pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se
“vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio
la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia,
generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas
a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor
nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto
con nosotros. Jesús, en efecto, trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de
hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen
María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto
en el pecado (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos
adecuados. No es así. En