Puro ocio
Anécdotas
P or mi parte, puedo decir que soy culpable del cargo de habladora, pero en el sentido que no me callo nunca, hablo hasta por los codos, como se dice; lo que incluye cosas sin sentido y estupideces. Pero lo que más me gusta contar son las experiencias, o más bien conocidas como anécdotas.
No sé si llamarlo exactamente una ' habilidad ', pero de algo ínfimo puedo llegar a sacar la mega historia sin llegar a ser exagerada ni mentir... quizás, a veces, le pongo mi toque y una pizca de color para que sean entretenidas, o sino ya varias veces me hubiera llegado un rotundo: ¡ Cállate!
Quizás sea producto de mi creatividad e imaginación o creer que todo lo que me pasa puede llegar a ser importante, además, las anécdotas son un buen complemento de una buena conversación. Si no hay más tema, sáquese una anécdota para salvar los momentos incómodos o en blanco, nunca falla o por lo menos nunca a mí...
-El otro día ¡ no sabes lo que me pasó!
¿ Te pasó algo digno de ser contado? ¿ Tuviste ese momento en que solo quisiste desaparecer? Envíalo a thenonmagazine @ gmail. com y compártelo con todos. Si lo quieres, protegeremos tu identidad.
La verdad es que no recuerdo qué día fue, solo sé que cuando pasó, fue horrible. Resulta que un día ya habían comenzado las clases y nosotros entramos a la sala a esperar a que el profe llegara. Como nunca, se demoró más de lo habitual y estábamos ya pensando en hacer la lista. Y como no teníamos nada mejor que hacer, me puse al frente de la sala y comencé a imitar al profe. De primero todos se reían, porque soy bueno haciendo imitaciones de gente, sobretodo de los profes de la carrera. Pero de repente hubo silencio y cuando me di vuelta a mirar, el profe estaba parado en la puerta de la sala y me miraba con cara de asesino. Nunca se me va a olvidar esa cara. Claro que no me retó ni nada, pero cada vez que podía me quedaba mirando, y yo lo único que quería decir era“ kill me, please!!”.
El copycat pillado
NON 27