Dinosaurio por Rodolfo García
12
Llegaste como sustituto inesperado.
Aquí te quedaste atrapado entre brazos de espanto.
“Colitas” te llamaron al principio.
Yo pensé que de “Colitas” tenías lo que yo de hocico.
Tu rabo corto se llevaba la atención de muchos,
tanto que otros gatos te lastimaban,
aunque ellos también estuvieran cuchos.
Tus garritas afiladas cortaban con estilo:
¿recuerdas al pájaro que rebanaste de chiquito?,
le diste en el cuello y de un tajo lo dejaste frío.
El camuflaje sombrío era tu arma más letal,
y la noche tu amigo más leal.
La primera luna te encontré cantando,
contemplando la noche a través de mi ventana;
con esos ojos amarillos,
que oscilaban con ritmo hasta no ver la mañana.
Al mes siguiente te faltaba un dedo,
a los dos días, algún maloso diente
dejó a tu oreja en el olvido.
Tus siete vidas se agotaron pronto,
pero si de algo estoy seguro
es que tu recuerdo demerita al oro puro.
Dinosaurio: errante, obscuro,
siempre peludo.
Desafía a los dioses,
y con fauces dentadas, déjalos torpes.
Ofréceles tu dulce ambrosía,
y nunca dejes que se jacten de tu gatuna algarabía.