ponían a incursionar audazmente por el mar, tanto más cuanto que sus respectivas patrias
estaban en continua lucha contra el coloso ibérico.
Los colonos españoles de Santo Domingo, ante los terribles perjuicios que sufría su
floreciente comercio, pensaron en desembarazarse de esos ladrones y eligieron el momento en
que La Tortuga quedó casi desguarnecida para enviar fuerzas importantes y atacarla. Les fue
fácil apoderarse del islote y todos los filibusteros que tuvieron la desgracia de caer en manos
de los españoles fueron fusilados o ahorcados.
Los filibusteros que estaban en el mar, al conocer la infausta noticia, juraron vengarse,
y a las órdenes de Willes, después de un combate desesperado, reconquistaron la isla,
matando a las autoridades.
Desgraciadamente, entre los colonos empezaron a producirse ásperos desacuerdos
difíciles de salvar, pues los franceses eran mucho más numerosos que los ingleses. Los
españoles aprovecharon esa situación para caer por segunda vez sobre la isla, y los habitantes
se vieron obligados a refugiarse en los bosques de Santo Domingo.
Así como los primeros colonos de San Cristóbal fueron los fundadores de la
filibustería, así los refugiados de La Tortuga fueron los que crearon la bucanería. Los caribes
llamaban "bucán" a la piel seca y ahumada de los animales muertos; de allí nació el nombre
de bucaneros.
Esos hombres, que serían más tarde los aliados más valientes de los filibusteros,
vivían como los indígenas, en míseras cabañas improvisadas con ramas. Llevaban por traje
una camisa de tela basta, un par de gruesos pantalones y una ancha faja que sostenía una
espada corta y dos cuchillos; calzaban zapatos de cuero de chancho y generalmente se cubrían
con un sombrero.
Sólo tenían una ambición: poseer un buen fusil y una numerosa jauría de perros
fuertes.
Unidos de a dos, para poder ayudarse, ya que no tenían familia, salían al alba para
cazar, afrontando temerariamente a los toros salvajes, numerosos en las selvas de Santo
Domingo, y volvían al atardecer, cargados cada uno con una piel y un pedazo de carne para su
comida. Durante el día se contentaban con chupar la médula de algún hueso grande.
Se unieron y formaron una confederación que fastidió a los españoles, los cuales
empezaron a perseguirlos como si fueran bestias feroces. Al no lograr destruirlos, realizaron
enérgicas batidas para exterminar a los bueyes salvajes, quitando a los pobres cazadores su
medio de vida.
Fue entonces cuando los bucaneros y los filibusteros se unieron bajo el nombre de
Hermanos de la Costa y volvieron a La Tortuga con una sola mística: vengarse de los
españoles.
Esos valientes cazadores que jamás erraban una pieza, pues eran fabulosos tirador