Test Drive | Page 3

ponían a incursionar audazmente por el mar, tanto más cuanto que sus respectivas patrias estaban en continua lucha contra el coloso ibérico. Los colonos españoles de Santo Domingo, ante los terribles perjuicios que sufría su floreciente comercio, pensaron en desembarazarse de esos ladrones y eligieron el momento en que La Tortuga quedó casi desguarnecida para enviar fuerzas importantes y atacarla. Les fue fácil apoderarse del islote y todos los filibusteros que tuvieron la desgracia de caer en manos de los españoles fueron fusilados o ahorcados. Los filibusteros que estaban en el mar, al conocer la infausta noticia, juraron vengarse, y a las órdenes de Willes, después de un combate desesperado, reconquistaron la isla, matando a las autoridades. Desgraciadamente, entre los colonos empezaron a producirse ásperos desacuerdos difíciles de salvar, pues los franceses eran mucho más numerosos que los ingleses. Los españoles aprovecharon esa situación para caer por segunda vez sobre la isla, y los habitantes se vieron obligados a refugiarse en los bosques de Santo Domingo. Así como los primeros colonos de San Cristóbal fueron los fundadores de la filibustería, así los refugiados de La Tortuga fueron los que crearon la bucanería. Los caribes llamaban "bucán" a la piel seca y ahumada de los animales muertos; de allí nació el nombre de bucaneros. Esos hombres, que serían más tarde los aliados más valientes de los filibusteros, vivían como los indígenas, en míseras cabañas improvisadas con ramas. Llevaban por traje una camisa de tela basta, un par de gruesos pantalones y una ancha faja que sostenía una espada corta y dos cuchillos; calzaban zapatos de cuero de chancho y generalmente se cubrían con un sombrero. Sólo tenían una ambición: poseer un buen fusil y una numerosa jauría de perros fuertes. Unidos de a dos, para poder ayudarse, ya que no tenían familia, salían al alba para cazar, afrontando temerariamente a los toros salvajes, numerosos en las selvas de Santo Domingo, y volvían al atardecer, cargados cada uno con una piel y un pedazo de carne para su comida. Durante el día se contentaban con chupar la médula de algún hueso grande. Se unieron y formaron una confederación que fastidió a los españoles, los cuales empezaron a perseguirlos como si fueran bestias feroces. Al no lograr destruirlos, realizaron enérgicas batidas para exterminar a los bueyes salvajes, quitando a los pobres cazadores su medio de vida. Fue entonces cuando los bucaneros y los filibusteros se unieron bajo el nombre de Hermanos de la Costa y volvieron a La Tortuga con una sola mística: vengarse de los españoles. Esos valientes cazadores que jamás erraban una pieza, pues eran fabulosos tirador