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94 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales Las propuestas artísticas, sin embargo, acaban siempre por cumplirse. Sólo falta que encuentren su momento y su materia, su objeto. Y, así como en el universo del lenguaje poético la incorporación de elementos irracionales fue temprana, la vemos rebrotar también, aunque algo más tarde, en las arremolinadas formas de la pintura, desde el Simbolismo hasta el Expresionismo, desde Turner hasta Kandinsky, y convertirse en deriva de algunos pintores surrealistas, como Joan Miró o Roberto Matta, o incluso en orientación de la obra escultórica, desde Constantin Brancusi hasta los abruptos e inesperados objets trouvés, coleccionados por los surrealistas. La agitada gestualidad de la pintura abstracta americana de los años 40 en adelante, que se hace presente en la obra de Robert Motherwell, Arshile Gorky o Jackson Pollock, también parece responder a esta fuerza de enajenación que espera su hora, no sólo para elaborar un sistema de imágenes inédito sino para arrebatar la obra de las manos del artífice. En el ámbito de la arquitectura, la emergencia completa del potencial del azar, tanto en el rompimiento formal del orden aparente, como en la entrega del pensamiento rector a la deriva de la suspensión de la voluntad, no se puede verificar hasta las últimas décadas de nuestro siglo, aunque elabore sus presagios formales ya en las delirantes figuras de la arquitectura finisecular, cuya generalización recoge el término modernista, o en la experiencia, más gráfica que construida, del Expresionismo alemán, a lo largo de los años 20. Estos episodios son muestras del instinto por la liberación de los gestos en la hora de los encuentros entre el proyecto y su autor. La vitalidad de las figuras gráficas expresionistas apenas llega, sin embargo, a la realidad arqui- tectónica: sólo como congelación de las expansiones del dibujo que la prefigura, como si se mostrara incapaz de realizar en la materia construida las intensidades formales que la imaginación propone. Puede compararse en este sentido la violenta fugacidad de los bocetos realizados por Mendelsohn (1887-1953) en 1917 para el observatorio de Postdam, Torre Einstein, con las formas dúctiles, pero estáticas, de su apariencia material final, realizada en 1924. Incluso, en este sentido, reconstruyendo el hilo argumental de una historia de lo irracional en la arquitectura, se puede establecer parentesco más vago con todo intento por hacer más dúctiles las formas construidas, acercándolas a las de la naturaleza y a la inclinación de los gestos de la mano en el dibujo, pactando con materiales maleables, desde la arcilla hasta el hormigón armado, o hasta los usos de las mad eras laminadas, o con técnicas derivadas de su manipulación, de cuya aplicación podría ser muestra la obra, esencialmente solitaria, de Alvar Aalto. En este curso se encontraría la tendencia hacia una morfología antigeométrica, en ocasiones señalada como tendencia orgánica -aunque orgánico es también el crecimiento pautado por la geometría de algunas formaciones naturales- se haría ocasionalmente emergente para asumir la forma de edificios y trazados singulares, pudiéndose incluir en esta serie edificios como la capilla de Nuestra Señora de Ronchamp, algunas de las brutales formas constructivas que se ven en Chandigarh y otros edificios de Le Corbusier de los años 50, o el perfil de la ópera de Sidney, de Jörn Utzon, y algunos edificios de Frank Lloyd Wright o de Saarinen, pertenecientes al ambiente americano de finales de los mismos 50. Y, finalmente, se puede emparentar con un antirracio- © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.