Test Drive | Page 92

92 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales alejados de la materia en su ensimismamiento formal que parecen flotantes arquetipos platónicos, recogiendo también la mágnífica precisión geométrica que estructura la obra de Louis I. Kahn. Tampoco ésta es, no puede serlo, una vía extinguida para la expansión de nuevos recursos de la presencia arquitectónica; el presente parece enroscarse sobre su mismo origen y volver a recorrer de manera táctil las experiencias de la materia en su puro aparecer: acaso sea este el significado de la atención a los materiales en la reciente obra de Peter Zumthor. La belleza será convulsa, o no será André Breton pronunció esta turbadora sentencia en 1934: “la belleza será convulsa, o no s erá.”13 La convulsión es un movimiento involuntario. Los elementos esenciales de la estética habían sido ya disueltos en los múltiples tanteos de las vanguardias, cuya unidad acaso consista únicamente en esta insistencia por desmantelar la tradición, el conjunto de valores adjudicados a las artes a partir de la larga historia de la cultura occidental. Breton anunciaba una era para la belleza que solamente sobreviviría en la suspensión de las intenciones directas del autor sobre la obra, en la destrucción de la voluntad creadora, una belleza abandonada por el artífice, involuntaria y casual. Se trataba de una escrupulosa crítica a la concepción ya no de las artes en la sociedad, sino a la concepción misma de realidad que ilumina la totalidad de las propuestas del Surrealismo, que André Breton lideró junto a otros poetas y artistas, como Louis Aragon, Antonin Artaud, Max Ernst o Paul Eluard. Esta concepción desoladora parte en realidad del núcleo mismo del Romanticismo, es su destino inevitable, puesto que ya había explorado el límite de la enajenación del artista, especialmente del poeta. Por otro lado, en los ámbitos de la reflexión estética, la misma muerte del arte ya había sido anunciada: paisaje final y necesario en la filosofía completa de Hegel. Pero la sentencia de Breton no es singular por el anuncio de un final, que representa una variación más del sueño romántico, sino por el hecho de legar la creación artística al movimiento convulso, al gesto errático que la conciencia ya no vigila, a la ausencia misma de intención que sólo gobernaba en la historia de las producciones humanas el error y los espacios vacíos, estériles, que intermedian los grandes momentos creativos. La arquitectura se constituye en un arte singular desde sus propios orígenes. Sus compromisos con la realidad, con los hábitos humanos y la materialidad de la construcción, obstaculizan la libertad de que disponen otras habilidades artísticas. No pudo consentirse la ociosidad anunciada en el peculiar final de las artes vislumbrado por Breton, que vivió siempre en el dominio de lo poético. La arquitectura del periodo de entreguerras, que recoge el término de Movimiento Moderno, y que fue contemporánea al Surrealismo, respondió en su línea dominante a las propuestas de vanguardia con un nuevo racionalismo, que acaso encubría todavía enigmáticas relaciones con lo irracional, pero que se sometía en términos generales a la razón constructiva, a la simplicidad formal, en beneficio de una sociedad más justa, a la que quería ahorrar el sacrificio inútil de la vieja monumentalidad. Esta proposición es el título de un artículo aparecido en la revista Minotaure, nº 5, París, mayo de 1934, pp. 8-16. 13 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.