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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
esto se aproxime a ella solamente el cine, en
el punto de constante desertización de los otros
medios artísticos, milenarios ya en la tradición
estética de Occidente.
La mater ia y la forma
Uno de los hallazgos fundamentales de estos discursos de renovado enfoque estético, desarrollados en la segunda mitad del siglo XIX o en
los primeros años del XX, es la materialidad
de las artes. La comprensión de que cada una
de ellas, rectora o subordinada, opera con una
diferente cualidad de la materia: textura, forma,
color, sonido. Palidece bajo el descubrimiento de
esta materialidad el poder que había sido adjudicado a las significaciones externas de la obra.
Este principio realmente ya había sido intuido
en la gran obra estética de Kant, clausura del
siglo XVIII. Pero aparecía bajo un discurso que
no había sido construido para resaltar su valor.
Fueron los pensadores de una estética formalista
aquellos que centraron la valoración de las artes
en función de su trato con la materia, o con la
cualidad de la materia que a cada una de ellas
corresponde.12
Esta revalorización de la materia nuevamente traza un surco histórico que no ha sido
todavía, al menos conscientemente, extinguido.
Muchas de nuestras mejores obras, construidas
durante las intensas primeras décadas del siglo
XX, responden a esta comprensión del arte como
un trabajo específico que orienta la materia a
una realización bella y útil. La correspondiente
reflexión sobre las artes que acaso ha engendrado
la posibilidad de este tipo de obras ha sido llamada formalista: se inicia deliberadamente en la
interpretación de lo esencial musical por parte
de Hanslik, expuesta en su texto De lo bello
en música, publicado en 1854, que en protesta
contra las vaguedades wagnerianas, elabora un
discurso fundamentado en negaciones: básicamente negaciones del poder expresivo, afectivo,
de la música. La música, para Hanslik, es construcción sonora coherente basada en las estrictas
leyes del sonido que fundamenta la ciencia de la
armonía. Más allá de este cometido, toda expresión afectiva puede resultar adicional, o fortuita,
o proyectada por el que la escucha sin resultar
esencial para sostener la realidad y el sentido de
la obra. Hanslik ofrece su discurso a la valorización de la música de Brahms, que expresa con
total adecuación esta concepción constructiva de
la música.
Tras este precedente musical, debe señalarse la formulación de las teorías formalistas
de Konrad Fiedler, que centró a finales del siglo
XIX sus reflexiones estéticas en los puros valores
perceptivos, dejando atrás el campo infinito de
las asociaciones de sentido. Vagamente se esbozaron en la extensa obra de Fiedler las leyes de la
visión, rectoras de la obra que construye el artífice. Le siguieron otros pensadores, perfilando
insistentemente la expresión explícita de tales
leyes: Hildebrand en su Problemas de la forma,
Riegl, Wölfflin y Schlosser, incluso Worringer
que postuló la voluntad de forma como el instinto
a través del cual el arte condensa, sin saberlo,
los valores propios de la cultura que lo genera.
La reflexión sobre la forma se desarrolla a posteriori de la realización de la obra de arte, forma
V. Junod, Ph., Transparence et Opacité: essai sur les fondements
théoriques de l’art moderne. Pour une nouvelle lecture de Konrad
Fiedler, L’Age d’Homme, Lausanne, 1976. Se trata del mejor estudio contemporáneo sobre la estética formalista que conocemos.
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© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.