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88 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales esto se aproxime a ella solamente el cine, en el punto de constante desertización de los otros medios artísticos, milenarios ya en la tradición estética de Occidente. La mater ia y la forma Uno de los hallazgos fundamentales de estos discursos de renovado enfoque estético, desarrollados en la segunda mitad del siglo XIX o en los primeros años del XX, es la materialidad de las artes. La comprensión de que cada una de ellas, rectora o subordinada, opera con una diferente cualidad de la materia: textura, forma, color, sonido. Palidece bajo el descubrimiento de esta materialidad el poder que había sido adjudicado a las significaciones externas de la obra. Este principio realmente ya había sido intuido en la gran obra estética de Kant, clausura del siglo XVIII. Pero aparecía bajo un discurso que no había sido construido para resaltar su valor. Fueron los pensadores de una estética formalista aquellos que centraron la valoración de las artes en función de su trato con la materia, o con la cualidad de la materia que a cada una de ellas corresponde.12 Esta revalorización de la materia nuevamente traza un surco histórico que no ha sido todavía, al menos conscientemente, extinguido. Muchas de nuestras mejores obras, construidas durante las intensas primeras décadas del siglo XX, responden a esta comprensión del arte como un trabajo específico que orienta la materia a una realización bella y útil. La correspondiente reflexión sobre las artes que acaso ha engendrado la posibilidad de este tipo de obras ha sido llamada formalista: se inicia deliberadamente en la interpretación de lo esencial musical por parte de Hanslik, expuesta en su texto De lo bello en música, publicado en 1854, que en protesta contra las vaguedades wagnerianas, elabora un discurso fundamentado en negaciones: básicamente negaciones del poder expresivo, afectivo, de la música. La música, para Hanslik, es construcción sonora coherente basada en las estrictas leyes del sonido que fundamenta la ciencia de la armonía. Más allá de este cometido, toda expresión afectiva puede resultar adicional, o fortuita, o proyectada por el que la escucha sin resultar esencial para sostener la realidad y el sentido de la obra. Hanslik ofrece su discurso a la valorización de la música de Brahms, que expresa con total adecuación esta concepción constructiva de la música. Tras este precedente musical, debe señalarse la formulación de las teorías formalistas de Konrad Fiedler, que centró a finales del siglo XIX sus reflexiones estéticas en los puros valores perceptivos, dejando atrás el campo infinito de las asociaciones de sentido. Vagamente se esbozaron en la extensa obra de Fiedler las leyes de la visión, rectoras de la obra que construye el artífice. Le siguieron otros pensadores, perfilando insistentemente la expresión explícita de tales leyes: Hildebrand en su Problemas de la forma, Riegl, Wölfflin y Schlosser, incluso Worringer que postuló la voluntad de forma como el instinto a través del cual el arte condensa, sin saberlo, los valores propios de la cultura que lo genera. La reflexión sobre la forma se desarrolla a posteriori de la realización de la obra de arte, forma V. Junod, Ph., Transparence et Opacité: essai sur les fondements théoriques de l’art moderne. Pour une nouvelle lecture de Konrad Fiedler, L’Age d’Homme, Lausanne, 1976. Se trata del mejor estudio contemporáneo sobre la estética formalista que conocemos. 12 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.