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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
tectura, importante tributo pagado por la teoría
contemporánea a la tradición teórica clásica. La
revuelta global de los principios arquitectónicos
propuesta por la arquitectura del Movimiento
Moderno, en concreto la revisión de los principios técnicos, del papel de la técnica y la construcción en el ámbito global de la arquitectura,
parece no haber sido escuchada por muchos de
sus enfáticos seguidores.
De algún modo, el curso de las propuestas
arquitectónicas desde la segunda posguerra hasta
ahora ha ido engrosando el cauce de una línea
autónoma de arquitectura técnica, una especialización, que ha estallado con toda su fuerza a
partir de los años 70, en el fenómeno denominado por la crítica High Tech. Se dibuja así un
panorama característico de la segunda mitad de
este siglo: la ramificación y diversificación de
formas posibles de comprender lo arquitectónico,
de resolverlo, de justificarlo frente a la sociedad.
Y, por la misma razón, la parcialidad con la cual
se aplica a la arquitectura alguno de los principios que la justifican y generan. De algún modo
se ha perdido la unidad de frentes en los cuales se
abrió paso la arquitectura pionera de este siglo,
como si la armonía entre técnica, forma y función se hubiera disuelto. Se ha desarrollado así,
e n una órbita concreta, una arquitectura centrada
en la técnica: puesto que la técnica contemporánea parece desbordar totalmente las posibilidades de una obra unitaria. Representa una manera
de utilizar y mostrar los avances técnicos que
se supone punta de lanza del progreso, que los
exhibe como elementos estéticos únicos, que se
justifica así ante el mundo productivo. Una línea
limpia traza el séquito de experiencias y de nombres que generan, desarrollan y modifican esta
especialidad. Desde las estructuras de Pier Lugi
Nervi o de Félix Candela, incluso desde algunas
propuestas de la arquitectura de Louis I. Kahn,
se puede rastrear esta creciente autonomía de la
experiencia técnica. Aunque el éxito internacional vendrá vinculado a las propuestas que parten
del los años setenta, y que se revelan más artificiosas que sus precedentes.
Nace así en los 70, con edificios como el
Centro Pompidou de París, de Renzo Piano y
Richard Rogers, una arquitectura que se traza
con deliberada y consentida autonomía, hija de sí
misma y del progreso, que desmiente los vínculos
con su pasado y deja para otros la explotación de
los valores plásticos derivados del Movimiento
Moderno. Se sujeta formalmente a la inmaterialidad de la estructura metálica y del vidrio, del
tensor y del sensor electrónico, del conducto y
del cable, rechaza la plasticidad de las formas
geométricas de la tradición moderna, de cualquier tradición, se yergue libre de otro simbolismo que no sea el del artefacto técnico, el engranaje, el mecanismo. No puede llevar consigo,
tampoco, las mismas atribuciones de la primera
arquitectura del hierro, rápida y funcional, que
sorteaba los pesados caminos de la arquitectura
académica. Al contrario, la arquitectura contemporánea de alta tecnología parece recorrer caminos más largos, siempre más costosos, que la
arquitectura de tendencia más formalista, capaz
de mantener una técnica ligada a los sistemas de
la tradición constructiva.
Hay muestras muy bellas de esta forma de
utilizar el progreso técnico, que se acercan a la
limpieza y a la esencialidad, como algunas obras
de Norman Foster & Associates así el Centro
para las Artes Visuales Sainsbury, construido en
los años 70. Cuentan con la belleza universal
de la exactitud muchos de los grandes mono-
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.