Test Drive | Página 44

44 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales noma que sustituye también el movimiento o que lo minimiza. Esta definición permite entender la aparición de la máquina en el entorno técnico de la cultura como algo gradual. Así, no sería preciso señalar cuál es la primera máquina, sino el camino lento y balbuciente a través del cual la máquina se abrió paso entre nosotros. Sierras y molinos hidráulicos en el horizonte boscoso de la Europa medieval; molinos de viento difundidos en Occidente desde Oriente hacia el siglo XII; telares de impulsión hidráulica; la imprenta abriendo la llave de la difusión definitiva de la escritura en el Renacimiento; el reloj mecánico construido en la Edad Media y perfeccionado en siglos siguientes, autónomo y preciso, modélico como engranaje; y, anteriormente a todos estos ingenios medievales: poleas que multiplican el esfuerzo del brazo humano y palancas que lo invierten; ruedas hidráulicas aplicadas a múltiples usos, conocidas ya en el antiguo Egipto y difundidas en la antigüedad clásica. Sin embargo, el dispositivo para explorar regularmente la máquina, previendo su evolución y sus resultados y mesurando sus fracasos, para comprender las posibilidades de su perfeccionamiento y dirigir sus fines, es el que realiza la nueva forma de conocimiento que caracteriza al hombre moderno: la ciencia. La máquina, por otro lado, evoluciona en función del descubrimiento de las fuentes de energía. Agua y viento regulados en su flujo; vapor, que si bien había sido intuido como energía por Herón de Alejandría, fue desarrollado después del Renacimiento;27 los derivados del petróleo para los modernos motores; y la electricidad, en una segunda etapa, hasta llegar a la energía química y nuclear del mundo contemporáneo. Todas estas fuentes de energía, medidas todavía en caballos de fuerza, suplirán real- mente la energía orgánica, humana y animal, la más antigua fuente de motricidad para los ingenios humanos. Sin embargo, el agua y el viento, característicos de los ingenios antiguos y medievales, y prolongados en el mundo moderno, no pueden sino con gran esfuerzo constituir una fuente regular de energía. El poder de la ciencia concederá a la máquina su elemento de madurez definitivo, ya que la dotará de energía regular y controlada. La regularidad de la fuente energética llegará con el rendimiento del vapor. La energía regular del vapor mueve el mundo a partir de mediados del XVIII, con la máquina de Watt, patentada en 1769, como síntesis eficaz de una serie compleja de experimentos anteriores, iniciados en el siglo XVI. Cuando se perfecciona la máquina de Watt, con los adelantos de Wilkinson y de Maudsley a finales del XVIII, nace un nuevo universo de máquinas dispuestas a fabricar regularmente y uniformemente, a dotar de movimiento también controlado y regular a los vehículos de transporte. Falta por señalar que para completar el sistema de fabricación en serie no basta la máquina: es preciso madurar el deseo de economía en la producción, que se ve intensificado por los nuevos conceptos económicos de las sociedades tardomedievales y de las modernas que las siguen. En todo caso, la pasión humana por producir masivamente se despertó en todos los ámbitos de su laborar, pero se hizo por primera vez urgente en el entorno bélico.28 La Para la relación entre la ingeniería antigua y la moderna, v. Koyré, A. “Los filósofos y la máquina”, en op. cit.; y también en general, los estudios recogidos en Estudios de historia del pensamiento científico, Siglo XXI, Madrid, 1990. 28 Mumford, L., op. cit. 27 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.