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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
historia del desarrollo técnico de la arquitectura
supone más una crónica de dificultades y desmoronamientos que de estabilidad temporal. Como
ejemplo sirva la reiterada reconstrucción de la
cúpula de Santa Sofía. Tal vez sea la prefiguración vacilante de la diafanidad de las estructuras góticas su mayor aportación a la historia del
desarrollo técnico.
No fueron, sin embargo, experiencias sistemáticas las que consolidaron estos tanteos
estructurales. Todo el ámbito histórico de Bizancio constituye la narración de una lenta decadencia de los esplendores de Roma: Constantinopla
siempre fue su recuerdo.
La Edad Media
La arquitectura durante la Edad Media desbloquea el estancamiento de los sistemas constructivos romano y bizantino a través de nuevos
impulsos, de nuevas direcciones de aplicación,
que posibilitan el cambio radical de marco de la
cultura y de la ideología representado por el cristianismo de Occidente. Sólo en los orígenes y
en los puntos de inflexión de las distintas culturas se atisban nuevos horizontes. Grandes sacudidas ideológicas impulsan nuevas direcciones
de desarrollo técnico en la arquitectura, y el cristianismo representó una de esas sacudidas ideológicas.
El fin del Imperio Romano de Occidente
supuso un tiempo de dispersión de los sistemas
culturales que lo habían consolidado. Durante
los primeros siglos de ese espacio temporal que
denominamos Edad Media, entre el siglo V y el
X, podemos presenciar en Occidente una decadencia técnica aparente, consecuencia de la baja
actividad constructiva. Fueron siglos de sobrevi-
vencia y de expectación. En este panorama, un
rebrote de vida cultural de carácter programático lo impulsa el llamado Renacimiento carolingio que a partir del siglo IX, entre otras premisas, reavivó las formas constructivas y ornamentales en el impulso de una nueva monumentalidad inspirada en la memoria de la romanidad.
Las formas constructivas consolidaron la imagen
de una arquitectura civil y defensiva que se había
mantenido débilmente presente. Formas pesadas y estructuras de masas pétreas, ordenadas en
plantas de trazado geométrico riguroso, centrales y basilicales. Aunque la técnica constructiva
debió esperar la mayor difusión de este deseo de
monumentalizar la arquitectura que se hizo creciente y unánime a partir del primer milenio de
nuestra era.
Superado el milenio, la vida en territorio europeo se reorganiza, se rehacen los sistemas de convivencia que son las ciudades occidentales, en las cuales los gremios de artesanos
pueden instalarse libremente, tras haber permanecido vinculados a la vida monástica o a
la vida errática de los caminos. Los requerimientos de la arquitectura cristiana supieron
extraer de una tradición estable que soldaba
los recuerdos de Roma con las formas vernáculas, todos los recursos técnicos que embrionariamente contenían. Paso a paso, por el desfiladero del experimento, se desplegaron las
posibilidades constructivas de las repetitivas
estructuras inertes de la arquitectura que se
ha llamado románica. Inseminadas por aportaciones dispersas, apenas inventariables, como
algunos datos remotos del ámbito bizantino,
traídos por la memoria de los cruzados, a partir
del siglo XI, o visibles en la arquitectura de la
Italia oriental.
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.