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122 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales forma, conlleva en sí misma una negación del organicismo, que asimila la forma a un órgano, “para el cual las funciones son las que justifican su formación y su desarrollo y las alteraciones de la función implican una alteración de la forma.”38 Frente a ambas corrientes de pensamiento, Rossi afirma el valor autónomo de la forma. El mundo contemporáneo introduce cambios diversos en el debate acerca del papel de la función en la arquitectura. Hace más complejos y precisos algunos programas funcionales; convierte otros en indeterminados, transformables, susceptibles de alojar simultáneamente actividades diversas; y facilita las mezclas, los híbridos. En definitiva, apunta una realidad nueva. Por un lado, la precisión de los programas funcionales podría conducir a la producción de ciertos invariantes formales. Así, por ejemplo, en el escenario de una ópera la función mandaría, la volumetría estaría fijada. Pero esto, que en cierto sentido es verdad, no es un absoluto. Históricamente se relativiza. Con el paso del tiempo y los cambios en la escenografía, las necesidades de espacio se alteran. De los bastidores de tela pintada al decorado corpóreo y la iluminación eléctrica; de la función única a la alternancia de diversas producciones; el escenario tiende a hipertrofiarse. Tal vez en el futuro, la realidad virtual, las proyecciones, vuelvan a reducir el escenario a una escena plana situada ante un fondo, como el frons scaena de la tragedia griega. Pero además, en la estructura de este programa funcional no influyen, solamente, cuestiones técnicas y normativas; también actúa el sentir de una civilización, plasmado, por ejemplo, en el deseo de espectacularidad, que renace y adquiere fuerza en determinadas épocas. La función no está al margen de la ideología. Otro ejemplo: un aeropuerto. Su programa funcional plantea un complejo problema a la arquitectura. Sus espacios deben satisfacer los requisitos de seguridad. En su recinto confluyen la práctica totalidad de los medios de transporte de la sociedad contemporánea: el transporte privado en automóvil y el público: autobuses, metro, ferrocarril. Y en la zona del tráfico aéreo estrictamente separada del pasaje, además de aviones se desplazan automóviles, furgonetas, camiones, que transportan combustible, maletas, personas, mercancías… Un aeropuerto es un complicado nudo de enlaces que la disposición arquitectónica debe resolver con la máxima claridad. Un organigrama puede esquematizar las funciones que deben realizarse y sus relaciones, definir un marco condicional, que incluso puede llegar a ser muy estricto. Sin embargo, el cumplimiento de éste nunca llegará a colmar el trabajo del arquitecto, más bien le será preliminar. La historia de los aeropuertos pone de relieve que los cambios en el organismo arquitectónico no siempre son fruto de una evolución, sino el producto de saltos. Así, la invención de los fingers supone una transformación más allá de la mera aparición de un elemento nuevo. O los anillos de la ampliación de la terminal del aeropuerto Charles De Gaulle definen un tipo determinado que absorbe con facilidad sucesivas ampliaciones. El tiempo también plantea, en términos variables, la dimensión óptima de un aeropuerto. La función no es una fórmula independiente FV