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Función
poderío de la técnica, protagonista, junto con la
economía, de la primera etapa del movimiento
funcionalista.
Humanizar la arquitectura no está, pues,
reñido con el progreso sino, al contrario, es su
consecuencia. En este tránsito, la psicología y la
fisiología son las ciencias que, al abrir el ámbito
de visión del arquitecto, ayudan a cumplir esta
tarea. Introduciendo nuevas pautas de proyecto,
la arquitectura se aproxima a ser un “fenómeno
sintético que abarca, prácticamente, todos los
campos de la actividad humana.”26
El empirismo de Aalto le hace argumentar
mediante ejemplos. Uno de los primeros a los
que acude en el escrito que comentamos es el de
las sillas. Las sillas tubulares de acero son, según
Aalto, un buen exponente de la primera etapa
del funcionalismo. Racionales, sostiene Aalto,
desde el punto de vista técnico, constructivo y
productivo; crean un estilo, pero “no son satisfactorias desde el punto de vista humano.”27
La fotografía de Erich Consemüller28 que
muestra a una mujer sentada en la silla Wassily
de Marcel Breuer con una máscara de Oskar
Schlemmer, retrata algunos rasgos de la inicial
mentalidad funcionalista. Así, la máscara despersonaliza el ser humano y lo transforma de
individuo en ser-tipo. La falta de sentimientos,
lo inexpresivo del rostro, convierten la singularidad y la impureza de los rasgos humanos en
formas perfectas. El ser humano se transmuta
en marioneta, ser superior por insensible, falto
de afectación, tal como había razonado en el
siglo anterior Heinrich von Kleist en su breve
pero fundamental escrito: “Sobre el teatro de
marionetas.”29Al ascender por encima de la emoción, el arte adquiere la misma perfección que las
ciencias: “Arte y Técnica una nueva unidad.”30
No parece que nada varie en las tumbonas, también de acero, del sanatorio de Paimio.31
Sin embargo, algún pequeño detalle al margen
del objeto, como por ejemplo el aire de satisfacción de la paciente, nos hace pensar que algo
empieza a cambiar en relación al impersonal
primer funcionalismo. Las sillas de madera ofrecen un ejemplo más claro de los planteamientos de Aalto. En común con las de Breuer o de
Mies van der Rohe, en estas sillas, los elementos estructurales se diferencian visualmente de
los que no lo son; así, el diseño de mobiliario
reproduce uno de los logros de la arquitectura
moderna, la separación de estructura y cerramiento.32 Pero a diferencia de ellas, se usa la
madera, natural y cálida, según Aalto, y por ello
agradable al ser humano. De esta manera, el
material se escoge atendiendo a variables que
Alvar Aalto, op.cit..
Alvar Aalto, op.cit.
28
Erich Consemüller entró en la Bauhaus como estudiante en 1922
y continuó como profesor hasta 1933. Fue el encargado de preparar
la documentación fotográfica de la escuela. Más de 400 fotografías
suyas se guardan en el Archivo Bauhaus. Sus fotografías son un
excelente testimonio no sólo de la producción de la escuela, sino
también de su vida. Véase Jeannine Fiedler (ed.), Photography at
the Bauhaus, Dirk Nischen Publishing, Berlin, Londres, 1990.
29
Heinrich von Kleist, Sobre el teatro de marionetas y otros ensayos de arte y filosofía, Hiperión, Madrid, 1988; v. o.: 1810.
30
El eslogan lo acuña Oskar Schlemmer en el manifiesto que acompañaba la hoja publicitaria: “La primera Exposición de la Bauhaus
en Weimar”. Véase: Hans M. Wingler, La Bauhaus, Gustavo Gili,
Barcelona, 1980, pp.82-84.
31
Sobre el sanatorio de Paimio véase, entre otros: Alvar Aalto, The
Complete Work in 3 Volums, Verlag für Architektur, Zurich, 1978;
Alvar Aalto, The Architectural drawings of Alvar Aalto. 1918-1939,
vol. 4. Garland Pub. New York, 1994; F. Javier Biurrun, Mateo
Closa, Alfred Linares, El sanatorio de Paimio. 1929-1933, Servei
de Publicacions, UPC, Barcelona, 1991.
32
Para una buena explicación de los Cinco puntos de la Nueva
Arquitectura ver Le Corbusier, El espíritu nuevo en arquitectura. En
defensa de la arquitectura, COAyAT, Murcia, 1983; v. o.: 1925.
26
27
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.