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119 Función poderío de la técnica, protagonista, junto con la economía, de la primera etapa del movimiento funcionalista. Humanizar la arquitectura no está, pues, reñido con el progreso sino, al contrario, es su consecuencia. En este tránsito, la psicología y la fisiología son las ciencias que, al abrir el ámbito de visión del arquitecto, ayudan a cumplir esta tarea. Introduciendo nuevas pautas de proyecto, la arquitectura se aproxima a ser un “fenómeno sintético que abarca, prácticamente, todos los campos de la actividad humana.”26 El empirismo de Aalto le hace argumentar mediante ejemplos. Uno de los primeros a los que acude en el escrito que comentamos es el de las sillas. Las sillas tubulares de acero son, según Aalto, un buen exponente de la primera etapa del funcionalismo. Racionales, sostiene Aalto, desde el punto de vista técnico, constructivo y productivo; crean un estilo, pero “no son satisfactorias desde el punto de vista humano.”27 La fotografía de Erich Consemüller28 que muestra a una mujer sentada en la silla Wassily de Marcel Breuer con una máscara de Oskar Schlemmer, retrata algunos rasgos de la inicial mentalidad funcionalista. Así, la máscara despersonaliza el ser humano y lo transforma de individuo en ser-tipo. La falta de sentimientos, lo inexpresivo del rostro, convierten la singularidad y la impureza de los rasgos humanos en formas perfectas. El ser humano se transmuta en marioneta, ser superior por insensible, falto de afectación, tal como había razonado en el siglo anterior Heinrich von Kleist en su breve pero fundamental escrito: “Sobre el teatro de marionetas.”29Al ascender por encima de la emoción, el arte adquiere la misma perfección que las ciencias: “Arte y Técnica una nueva unidad.”30 No parece que nada varie en las tumbonas, también de acero, del sanatorio de Paimio.31 Sin embargo, algún pequeño detalle al margen del objeto, como por ejemplo el aire de satisfacción de la paciente, nos hace pensar que algo empieza a cambiar en relación al impersonal primer funcionalismo. Las sillas de madera ofrecen un ejemplo más claro de los planteamientos de Aalto. En común con las de Breuer o de Mies van der Rohe, en estas sillas, los elementos estructurales se diferencian visualmente de los que no lo son; así, el diseño de mobiliario reproduce uno de los logros de la arquitectura moderna, la separación de estructura y cerramiento.32 Pero a diferencia de ellas, se usa la madera, natural y cálida, según Aalto, y por ello agradable al ser humano. De esta manera, el material se escoge atendiendo a variables que Alvar Aalto, op.cit.. Alvar Aalto, op.cit. 28 Erich Consemüller entró en la Bauhaus como estudiante en 1922 y continuó como profesor hasta 1933. Fue el encargado de preparar la documentación fotográfica de la escuela. Más de 400 fotografías suyas se guardan en el Archivo Bauhaus. Sus fotografías son un excelente testimonio no sólo de la producción de la escuela, sino también de su vida. Véase Jeannine Fiedler (ed.), Photography at the Bauhaus, Dirk Nischen Publishing, Berlin, Londres, 1990. 29 Heinrich von Kleist, Sobre el teatro de marionetas y otros ensayos de arte y filosofía, Hiperión, Madrid, 1988; v. o.: 1810. 30 El eslogan lo acuña Oskar Schlemmer en el manifiesto que acompañaba la hoja publicitaria: “La primera Exposición de la Bauhaus en Weimar”. Véase: Hans M. Wingler, La Bauhaus, Gustavo Gili, Barcelona, 1980, pp.82-84. 31 Sobre el sanatorio de Paimio véase, entre otros: Alvar Aalto, The Complete Work in 3 Volums, Verlag für Architektur, Zurich, 1978; Alvar Aalto, The Architectural drawings of Alvar Aalto. 1918-1939, vol. 4. Garland Pub. New York, 1994; F. Javier Biurrun, Mateo Closa, Alfred Linares, El sanatorio de Paimio. 1929-1933, Servei de Publicacions, UPC, Barcelona, 1991. 32 Para una buena explicación de los Cinco puntos de la Nueva Arquitectura ver Le Corbusier, El espíritu nuevo en arquitectura. En defensa de la arquitectura, COAyAT, Murcia, 1983; v. o.: 1925. 26 27 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.