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110 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales y a la izquierda.”6 En Vitruvio, la forma debe ser útil, adecuada a la finalidad que ha de satisfacer; tal como ya asumía e interpretaba una línea de pensamiento presente en la filosofía clásica griega y en la contemporánea romana. Como explica Jenofonte, para Sócrates, belleza, bondad y utilidad no sólo son conceptos íntimamente vinculados, sino que pueden considerarse sinónimos: “¿Puede ser bello, entonces, un cesto de mimbre? Naturalmente, y un escudo de oro puede ser feo, si uno está bien hecho para su finalidad especial y el otro no.”7 Unir pulchrum, la palabra latina que designa la belleza engendrada por la armonía de proporciones, y decorum, que se refiere a la aptitud de las cosas respecto a la tarea que tienen que cumplir, constituiría un cierto ideal de belleza.8 Función y razón son, sin duda, categorías afines. Parece incuestionable la necesidad de dejarse gobernar por criterios racionales para construir una arquitectura funcional. Pero no siempre la razón se ha entendido de la misma manera. Dependiendo del momento histórico o cultural o, incluso, de la mentalidad de quien la define, el significado concreto del término varía. En el Grand Siècle francés, el siglo XVII, el racionalismo cartesiano intenta construir un orden conceptual que explique cualquier fenómeno mediante relaciones causales que sobresalgan por encima de las evidencias perceptivas. Un mecanismo análogo a la arquitectura del clasicismo, que se muestra confiada en el establecimiento de un método que fundamente el conocimiento en aquellos “largos encadenamientos de raciocinios simples” a los que se refiere Descartes en su Discours de la méthode, y en reglas ciertas y fáciles de observar. Las ciencias matemáticas ofrecían a la especulación cartesiana la evidencia de la posibilidad de obtener el método, ya que ellas lo habían conseguido. No es de extrañar que François Blondel, primer director de la Acadèmie d’Architecture y uno de los principales defensores de la ortodoxia académica frente al “moderno” Claude Perrault, fuera matemático, además de ingeniero, arquitecto y militar. Aunque lo cierto es que lo absoluto y taxativo de los razonamientos de su defensa del orden académico difícilmente concuerda con el papel de la duda en la filosofía de Descartes. Según Blondel, que relaciona linealmente música y arquitectura, las mismas proporciones que agradan al oído deben agradar a la vista. Este salto, así como la seguridad con que usa la exactitud del equilibrio de pesos de la estática para confirmar el carácter inalterable de las proporciones de los órdenes, deberían ser puestos en cuestión por una mentalidad cartesiana. Las relaciones directas entre un pensamiento filosófico y una idea de arquitectura son difíciles de establecer sin matices.9 Hacer útil la arquitectura es uno de los objetivos de cualquier mentalidad que pueda denominarse racionalista. Resulta impensable una arquitectura racional que no sea útil. Pero el problema de la función en la arquitectura consiste, fundamentalmente, en su indefinición o, dicho de otra manera, en la pluralidad de facetas que puede abarcar su significado: del estricto Vitruvio, op cit. 5. p. 23. Jenofonte, Memorabilia y Oeconomicus, III, VIII, p. 5-6. Citado por Edward R. De Zurko, La teoría del funcionalismo en la arquitectura, Nueva Visión, Buenos Aires, 1970, p.28; v. o.: 1956 8 Ver Wladislaw Tatarkiewicz, “La Belleza: Historia del concepto”, en Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética, Tecnos, Madrid, 1995, pp. 153-184; v. o.: 1976. 9 Ver Françoise Fichet, La théorie architecturale a l’âge classique, Pierre Mardaga, Lieja, 1979. 6 7 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.