Los pulmones de los humanos son rojizos y de forma piramidal, en
consonancia con la forma de la cavidad del tórax. No son simétricos por
completo, en el pulmón derecho se distinguen tres lóbulos y en el izquierdo
dos, el cual presenta una cavidad donde se alberga el corazón. En el medio
de cada uno de ellos está la raíz del pulmón, que une el pulmón al
mediastino o porción central del pecho. La raíz está constituida por las dos
membranas de la pleura, los bronquios, las venas y las arterias pulmonares.
Los bronquios arrancan de los pulmones y se dividen y subdividen hasta
terminar en el lobulillo, la unidad anatómica y funcional de los pulmones.
Las arterias y las venas pulmonares acompañan a los bronquios en su
ramificación progresiva hasta convertirse en finas arteriolas y vénulas de los
lobulillos, y éstas a su vez en una red de capilares que forman las paredes
de los alveolos pulmonares. Los nervios del plexo pulmonar y los vasos
linfáticos se distribuyen también de la misma manera. En el lobulillo, los
bronquiolos se dividen hasta formar los bronquiolos terminales, que se
abren al atrio o conducto alveolar. Cada atrio se divide a su vez en sacos
alveolares, y éstos en alveolos.
Los principales centros nerviosos que controlan el ritmo y la intensidad de la
respiración están en el bulbo raquídeo (o médula oblongada) y en la
protuberancia anular (o puente de Varolio) del tronco encefálico (véase
Encéfalo). Las células de este núcleo son sensibles a la acidez de la sangre
que depende de la concentración de dióxido de carbono en el plasma
sanguíneo. Cuando la acidez de la sangre es alta, se debe, en general, a un
exceso de este gas en disolución; en este caso, el centro respiratorio
estimula a los músculos respiratorios para que aumenten su actividad.
Cuando la concentración de dióxido de carbono es baja, la respiración se
ralentiza.
Un fallo circulatorio puede provocar anoxia en los tejidos del cuerpo cuando
el volumen circulatorio es inadecuado o cuando la capacidad de transporte
de oxígeno está alterada.
EXCRECIÓN:
La excreción es el proceso biológico por el cual un ser vivo elimina de su
organismo las sustancias tóxicas, adquiridas por la alimentación o
producidas por su metabolismo. En organismos unicelulares y animales muy
pequeños la excreción es un proceso celular que no requiere estructuras
especializadas. En organismos cuyas células están dotadas de pared, como
plantas y hongos, los desechos suelen incorporarse a la composición de la
pared, quedando así fuera del medio fisiológicamente activo donde importa
su toxicidad.
Las sustancias que se deben eliminar son enormemente variadas, pero las
más abundantes son el dióxido de carbono, y derivados del nitrógeno que se
producen por alteración de grupos amino resultantes del catabolismo
(degradación) de las proteínas.
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