Test Drive | Page 127

-¿Y no os habéis encontrado con los piratas de Mompracem? -Ni uno solo, camarada. Esos pillos tienen muchas cosas que hacer en estos momentos para estar rondando por aquí. Vamos, llevadme hasta el lord. -Venid. El portugués hizo acopio de toda su audacia para afrontar al peligroso hombre y siguió al suboficial afectando la calma y la rigidez de la raza anglosajona. -Esperad aquí -dijo el sargento después de haber lo hecho entrar en un salón. Yáñez, al quedarse solo, se puso a observarlo todo atentamente, para ver si era posible un golpe de mano, pero tuvo que convencerse de que toda tentativa habría resultado inútil, porque las ventanas eran altísimas y los muros y las puertas muy gruesos. -No importa -murmuró-. Daremos el golpe en el bosque. En aquel momento volvía a entrar el sargento. -El lord os espera -dijo, indicándole la puerta que había dejado abierta. El portugués sintió que un escalofrío corría por sus huesos y palideció un poco. «Yáñez mío, sé prudente y firme», se dijo. Entró con la mano derecha en el sombrero y se encontró en un hermoso gabinete, amueblado con mucha elegancia. En un rincón, sentado ante una mesa de trabajo, estaba el lord, vestido sencillamente de blanco, con el rostro sombrío y la mirada iracunda. Miró en silencio a Yáñez, clavándole los ojos encima como si quisiera adivinar los pensamientos del recién llegado, y luego dijo en un tono cortante: -¿Venís de Victoria? -Sí, milord -respondió Yáñez con voz firme. -¿De parte del baronet? -Sí. -¿Os ha dado alguna carta para mí? -Ninguna. -¿Tenéis que decirme alguna cosa? -Sí, milord. -Hablad. -Me ha mandado a deciros que el Tigre de Malasia ha sido cercado por las tropas en una bahía del sur. El lord se puso en pie con los ojos resplandecientes y el rostro radiante. -¡El Tigre cercado por nuestros soldados! -exclamó. -Sí, y parece que todo ha terminado para siempre para ese pillo, porque ya no tiene salvación. -Pero ¿estáis seguro de lo que decís? -Segurísimo, milord. -¿Quién sois vos? -Un pariente del baronet William -respondió Yáñez audazmente. -Pero ¿cuánto tiempo hace que os encontráis en Labuán? -Quince días. -Entonces sabréis también que mi sobrina... -Es la prometida de mi primo William -dijo Yáñez sonriendo. -He tenido mucho gusto en conoceros, señor -dijo el lord, estrechándole la mano-. Pero decidme, ¿cuándo fue atacado Sandokán? -Esta mañana al alba, mientras atravesaba un bosque a la cabeza de una gran banda de piratas. -¡Pero entonces ese hombre es el demonio! ¡Ayer por la tarde estaba aquí! ¿Es posible que en tan pocas horas haya recorrido tanto camino? -Se dice que llevaba caballos consigo. Página 127