hombre que, sin duda, le había sido descrito como el razonador más incisivo y el agente
más energético de Europa. Holmes abrió lentamente los ojos y miró con impaciencia a su
gigantesco cliente.
––Si su majestad condescendiese a exponer su caso ––dijo––, estaría en mejores
condiciones de ayudarle.
El hombre se puso en pie de un salto y empezó a recorrer la habitación de un lado a
otro, presa de incontenible agitación. Luego, con un gesto de desesperación, se arrancó la
máscara de la cara y la tiró al suelo.
––Tiene usted razón ––exclamó––. Soy el rey. ¿Por qué habría de ocultarlo?
––¿Por qué, en efecto? ––murmuró Holmes––. Antes de que vuestra majestad
pronunciara una palabra, yo ya sabía que me dirigía a Guillermo Gottsreich Segismundo
von Ormstein, gran duque de Cassel-Falstein y rey hereditario de Bohemia.
––Pero usted comprenderá ––dijo nuestro extraño visitante, sentándose de nuevo y
pasándose la mano por la frente blanca y despejada––, usted comprenderá que no estoy
acostumbrado a realizar personalmente esta clase de gestiones. Sin embargo, el asunto era
tan delicado que no podía confiárselo a un agente sin ponerme en su poder. He venido de
incógnito desde Praga con el fin de consultarle.
––Entonces, consúlteme, por favor ––dijo Holmes cerrando una vez más los ojos.
––Los hechos, en pocas palabras, son estos: hace unos cinco años, durante una
prolongada estancia en Varsovia, trabé relación con la famosa aventurera Irene Adler. Sin
duda, el nombre le resultará familiar.
––Haga el favor de buscarla en mi índice, doctor ––murmuró Holmes, sin abrir los ojos.
Durante muchos años había seguido el sistema de coleccionar extractos de noticias
sobre toda clase de personas y cosas, de manera que era difícil nombrar un tema o una
persona sobre los que no pudiera aportar información al instante. En este caso, encontré
la biografía de la mujer entre la de un rabino hebreo y la de un comandante de estado
mayor que había escrito una monografía sobre los peces de las grandes profundidades.
––Veamos ––dijo Holmes––. ¡Hum! Nacida en Nueva Jersey en 1858. Contralto...
¡Hum! La Scala... ¡Hum! Prima donna de la ópera Imperial de Varsovia... ¡Ya! Retirada
de los escenarios de ópera... ¡Ajá! Vive en Londres... ¡Vaya! Según creo entender,
vuestra majestad tuvo un enredo con esta joven, le escribió algunas cartas
comprometedoras y ahor FW6V&V7WW&"F