Test Drive | страница 42

declaró lo siguiente: “Había estado fuera de casa tres días, que pasé en Bristol, y acababa de regresar la mañana del pasado lunes, día 3. Cuando llegué, mi padre no estaba en casa y la doncella me dijo que había ido a Ross con John Cobb, el caballerizo. Poco después de llegar, oí en el patio las ruedas de su coche; miré por la ventana y le vi bajarse y salir a toda prisa del patio, aunque no me fijé en qué dirección se fue. Cogí entonces mi escopeta y eché a andar en dirección al estanque de Boscombe, con la intención de visitar las conejeras que hay al otro lado. Por el camino vi a William Crowder, el guarda, tal como él ha declarado; pero se equivocó al pensar que yo iba siguiendo a mi padre. No tenía ni idea de que él iba delante de mí. A unas cien yardas del estanque oí el grito de ¡cui!, que mi padre y yo utilizábamos normalmente como señal. Al oírlo, eché a correr y lo encontré de pie junto al estanque. Pareció muy sorprendido de verme y me preguntó con bastante mal humor qué estaba haciendo allí. Nos enzarzamos en una discusión que degeneró en voces, y casi en golpes, pues mi padre era un hombre de temperamento muy violento. En vista de que su irritación se hacía incontrolable, lo dejé, y emprendí el camino de regreso a Hatherley. Pero no me había alejado ni ciento cincuenta yardas cuando oí a mis espaldas un grito espantoso, que me hizo volver corriendo. Encontré a mi padre agonizando en el suelo, con terribles heridas en la cabeza. Dejé caer mi escopeta y lo tomé en mis brazos, pero expiró casi en el acto. Permanecí unos minutos arrodillado a su lado y luego fui a pedir ayuda a la casa del guardés del señor Turner, que era la más cercana. Cuando volví junto a mi padre no vi a nadie cerca, y no tengo ni idea de cómo se causaron sus heridas. No era una persona muy apreciada, a causa de su carácter frío y reservado; pero, por lo que yo sé, tampoco tenía enemigos declarados. No sé nada más del asunto:” »El juez instructor: ¿Le dijo su padre algo antes de morir? »El testigo: Murmuró algunas palabras, pero lo único que entendí fue algo sobre una rata. »El juez: ¿Cómo interpretó usted aquello? »El testigo: No significaba nada para mí. Creí que estaba delirando. »El juez: ¿Cuál fue el motivo de que usted y su padre sostuvieran aquella última discusión? »El testigo: Preferiría no responder. »El juez: Me temo que debo insistir. »El testigo: De verdad que me resulta imposible decírselo. Puedo asegurarle que no tenía nada que ver con la terrible tragedia que ocurrió a continuación. »El juez: El tribunal es quien debe decidir eso. No es necesario advertirle que su negativa a responder puede perjudicar considerablemente su situación en cualquier futuro proceso a que pueda haber lugar. »El testigo: Aun así, tengo que negarme. »El juez: Según tengo entendido, el grito de culi era una señal habitual entre usted y su padre. »El testigo: Así es. »El juez: En tal caso, ¿cómo es que dio el grito antes de verle a usted, cuando ni siquiera sabía que había regresado usted de Bristol? »El testigo (bastante desconcertado): No lo sé. »Un jurado: ¿Novio usted nada que despertara sus sospechas cuando regresó al oír gritar a su padre y lo encontró herido de muerte? »El testigo: Nada concreto. »El juez: ¿Qué quiere decir con eso? »El testigo: Al salir corriendo al claro iba tan trastornado y excitado que no podía pensar más que en mi padre. Sin embargo, tengo la vaga impresión de que al correr vi algo tirado en el suelo a mi izquierda. Me pareció que era algo de color gris, una especie de capote o tal vez una manta escocesa. Cuando me levanté al dejar a mi padre miré a mi alrededor para fijarme, pero ya no estaba. »––¿Quiere decir que desapareció antes de que usted fuera a buscar ayuda? »––Eso es, desapareció.