retirada, aunque los dos McCarthy eran aficionados al deporte y se los veía con
frecuencia en las carreras de la zona. McCarthy tenía dos sirvientes: un hombre y una
muchacha. Turner disponía de una servidumbre considerable, por lo menos media
docena. Esto es todo lo que he podido averiguar sobre las familias. Pasemos ahora a los
hechos.
»E13 de junio ––es decir, el lunes pasado––, McCarthy salió de su casa de Hatherley a
eso de la tres de la tarde, y fue caminando hasta el estanque de Boscombe, una especie de
laguito formado por un ensanchamiento del arroyo que corre por el valle de Boscombe.
Por la mañana había estado con su criado en Ross y le había dicho que tenía que darse
prisa porque a las tres tenía una cita importante. Una cita de la que no regresó vivo.
»Desde la casa de Hatherley hasta el estanque de Boscombe hay como un cuarto de
milla, y dos personas le vieron pasar por ese terreno. Una fue una anciana, cuyo nombre
no se menciona, y la otra fue William Crowder, un guarda de caza que está al servicio del
señor Turner. Los dos testigos aseguran que el señor McCarthy iba caminando solo. El
guarda añade que a los pocos minutos de haber visto pasar al señor McCarthyvio pasar a
su hijo en la misma dirección, con una escopeta bajo el brazo. En su opinión, el padre
todavía estaba al alcance de la vista y el hijo iba siguiéndolo. No volvió a pensar en el
asunto hasta que por la tarde se enteró de la tragedia que había ocurrido.
»Hubo alguien más que vio a los dos McCarthy después de que William Crowder, el
guarda, los perdiera de vista. El estanque de Boscombe está rodeado de espesos bosques,
con sólo un pequeño reborde de hierba y juncos alrededor. Una muchacha de catorce
años, Patience Moran, hija del guardés del pabellón de Boscombe Valley, se encontraba
en uno de los bosques cogiendo flores. Ha declarado que, mientras estaba allí, vio en el
borde del bosque y cerca del estanque al señor McCarthy y su hijo, que parecían estar
discutiendo acaloradamente. Oyó al mayor de los McCarthy dirigirle a su hijo palabras
mu y fuertes, y vio a éste levantar la mano como para pegar a su padre. La violencia de la
escena la asustó tanto que echó a correr, y cuando llegó a su casa le contó a su madre que
había visto a los dos McCarthy discutiendo junto al estanque de Boscombe y que tenía
miedo de que fueran a pelearse. Apenas había terminado de hablar cuando el joven
McCarthy llegó corriendo al pabellón, diciendo que había encontrado a su padre muerto
en el bosque y pidiendo ayuda al guardés. Venía muy excitado, sin escopeta ni sombrero,
y vieron que traía la mano y la manga derechas manchadas de sangre fresca. Fueron con
él y encontraron el cadáver del padre, tendido sobre la hierba junto al estanque. Le habían
aplastado la cabeza a golpes con algún arma pesada y roma. Eran heridas que podrían
perfectamente haberse infligido con la culata de la escopeta del hijo, que se encontró
tirada en la hierba a pocos pasos del cuerpo. Dadas las circunstancias, el joven fue
detenido inmediatamente, el martes la investigación dio como resultado un veredicto de
«homicidio intencionado», y el miércoles compareció ante los magistrados de Ross, que
han remitido el caso a la próxima sesión del tribunal. Éstos son los hechos principales del
caso, según se desprende de la investigación judicial y el informe policial.
––El caso no podría presentarse peor para el joven ––comenté––. Pocas veces se han
dado tantas pruebas circunstanciales que acusasen con tanta insistencia al criminal.
––Las pruebas circunstanciales son muy engañosas ––respondió Holmes, pensativo––.
Puede parecer que indican claramente una cosa, pero si cambias un poquito tu punto de
vista, puedes encontrarte con que indican, con igual claridad, algo completamente
diferente. Sin embargo, hay que confesar que el caso se presenta muy mal para el joven, y
es muy posible que verdaderamente sea culpable. Sin embargo, existen varias personas en
la zona, y entre ellas la señorita Turner, la hija del terrateniente, que creen en su
inocencia y que han contratado a Lestrade, al que usted recordará de cuando intervino en
el Estudio en escarlata, para que investigue el caso en beneficio suyo. Lestrade se
encuentra perdido y me ha pasado el caso a mí, y ésta es la razón de que dos caballeros de
edad mediana vuelen en este momento hacia el oeste, a cincuenta millas por hora, en
lugar de digerir tranquilamente su desayuno en casa.
––Me temo ––dije–– que los hechos son tan evidentes que este caso le reportará muy