tenido la desgracia de mancharse de tinta la parte de fuera de su meñique derecho ––
comentó Holmes, volviendo a doblar la carta.
––Dice que a las cuatro, y ahora son las tres. Falta una hora para que venga.
––Entonces, tengo el tiempo justo, contando con su ayuda, para ponerme al corriente
del tema. Repase esos periódicos y ordene los artículos por orden de fechas, mientras yo
miro quién es nuestro cliente ––sacó un volumen de tapas rojas de una hilera de libros de
referencia que había junto a la repisa de la chimenea––. Aquí está ––dijo, sentándose y
abriéndolo sobre las rodillas––. «Robert Walsingham de Vere St. Simon, segundo hijo
del duque de Balmoral»... ¡Hum! Escudo: Campo de azur, con tres abrojos en jefe sobre
banda de sable. Nacido en 1846. Tiene, pues, cuarenta y un años, que es una edad madura
para casarse. Fue subsecretario de las colonias en una administración anterior. El duque,
su padre, fue durante algún tiempo ministro de Asuntos Exteriores. Han heredado sangre
de los Plantagenet por vía directa y de los Tudor por vía materna. ¡Ajá! Bueno, en todo
esto no hay nada que resulte muy instructivo. Creo que dependo de usted, Watson, para
obtener datos más sólidos.
––Me resultará muy fácil encontrar lo que busco ––dije yo––, porque los hechos son
bastante recientes y el asunto me llamó bastante la atención. Sin embargo, no me atrevía
a hablarle del tema, porque sabía que tenía una investigación entre manos y que no le
gusta que se entrometan otras cosas.
––Ah, se refiere usted al insignificante problema del furgón de muebles de Grosvenor
Square. Eso ya está aclarado de sobra... aunque la verdad es que era evidente desde un
principio. Por favor, deme los resultados de su selección de prensa.
––Aquí está la primera noticia que he podido encontrar. Está en la columna personal del
MorningPost y, como ve, lleva fecha de hace unas semanas. «Se ha concertado una
boda», dice, «que, si los rumores son ciertos, tendrá lugar dentro de muy poco, entre lord
Robert St. Simon, segundo hijo del duque de Balmoral, y la señorita Hatty Doran, hija
única de Aloysius Doran, de San Francisco, California, EE.UU.» Eso es todo.
––Escueto y al grano ––comentó Holmes, extendiendo hacia el fuego sus largas y
delgadas piernas.
––En la sección de sociedad de la misma semana apareció un párrafo ampliando lo
anterior. ¡Ah, aquí está!: «Pronto será necesario imponer medidas de protección sobre el
mercado matrimonial, en vista de que el principio de libre comercio parece actuar
decididamente en contra de nuestro producto nacional. Una tras otra, las grandes casas
nobiliarias de Gran Bretaña van cayendo en manos de nuestras bellas primas del otro lado
del Atlántico. Durante la última semana se ha producido una importante incorporación a
la lista de premios obtenidos por estas encantadoras invasoras. Lord St. Simon, que
durante más de veinte años se había mostrado inmune a las flechas del travieso dios, ha
anunciado de manera oficial su próximo enlace con la señorita Hatty Doran, la fascinante
hija de un millonario californiano. La señorita Doran, cuya atractiva figura y bello rostro
atrajeron mucha atención en las fiestas de Westbury House, es hija única y se rumorea
que su dote está muy por encima de las seis cifras, y que aún podría aumentar en el
futuro. Teniendo en cuenta que es un secreto a voces que el duque de Balmoral se ha
visto obligado a vender su colección de pintura en los últimos años, y que lord St. Simon
carece de propiedades, si exceptuamos la pequeña finca de Birchmoor, parece evidente
que la heredera californiana no es la única que sale ganando con una alianza que le
permitirá realizar la fácil y habitual transición de dama republicana a aristócrata
británica».
––¿Algo más? ––preguntó Holmes, bostezando.
––Oh, sí, mucho. Hay otro párrafo en el Morning Post diciendo que la boda sería un
acto absolutamente privado, que se celebraría en San Jorge, en Hanover Square, que sólo
se invitaría a media docena de amigos íntimos, y que luego todos se reunirían en una casa
amueblada de Lancaster Gate, alquilada por el señor Aloysius Doran. Dos días después...
es decir, el miércoles pasado... hay una breve noticia de que la boda se ha celebrado y que
los novios pasarían la luna de miel en casa de lord Backwater, cerca de Petersfield. Éstas