Test Drive | 页面 120

21. Unos días en tierra Me impresionó vivamente tocar tierra. Ned Land pisaba el suelo como en un acto de posesión. No hacía más de dos meses, sin embargo, que éramos, según la expresión del capitán Nemo, los «pasajeros del Nautilus», es decir, en realidad, los prisioneros de su comandante. En pocos minutos estuvimos a tiro de fusil de la costa. El suelo era casi enteramente madrepórico, pero algunos lechos de torrentes desecados, sembrados de restos granfticos, de-mostraban que la isla era debida a una formación primordial. Una cortina de hermosos bosques ocultaba el horizonte. Árboles enormes, algunos de los cuales alcanzaban doscien-tos pies de altura, se unían entre ellos por guirnaldas de lia-nas, verdaderas hamacas naturales a las que mecía la brisa. Mimosas, ficus, casuarinas, teks, hibiscos, pandanes y pal-meras se mezclaban con profusión, y al abrigo de sus bóve-das verdes, al pie de sus tallos, crecían orquídeas, legumino-sas y helechos. Sin reparar en tan bellas muestras de la flora papuasiana, el canadiense abandonó lo agradable orlío útil, alver un co-cotero. Abatió rápidamente algunos e sus frutos, los abrió y entonces bebimos su leche y comim s su almendra con una satisfacción que parecía expresar una protesta contra la die-ta del Nautilus. ¡Excelente! ¡Exquisito! decia Ned Land. respondía Conseil. Espero dijo el canadiense bordo una carga de cocos. No lo creo Peor para él que el capitán Nemo no se oponga a que introduzcamos a respondí , pero dudo que quiera probarlos. dijo Conseil. -Y tanto mejor para nosotros añadió Ned Land , así to-caremos a más. Ned dije al arponero, que se disponía a vaciar otro co-cotero , los cocos están muy buenos, pero antes de llenar el bote, me parece que sería prudente ver si la isla produce algo no menos útil. Creo que la despensa del Nautilus acogería con agrado legumbres frescas.