Capítulo 18
Jesús en una fiesta en Jerusalén. Se aflige por las crueldades de los
sacrificadores. Apela a Hillel, quien simpatiza con el. Se queda en el
templo un año.
1. Tenía lugar la gran fiesta de los judíos, y José, María y su hijo
y muchos parientes fueron a Jerusalén. El niño tenía diez años.
2. Y Jesús observó a los carniceros matar corderos y aves, y
quemarlos en el altar en el nombre de Dios.
3. Su tierno corazón se estremeció ante este despliegue de
crueldad. Preguntó al sacerdote de servicio: ¿Cuál es el
objetivo de este degüello de bestias y aves? ¿Por qué quemáis
su carne delante del Señor?
4. El sacerdote contestó: Este es nuestro sacrificio por el
pecado. Y Dios nos ha ordenado hacer estas cosas y nos ha
dicho que con estos sacrificios se borran nuestros pecados.
5. Y Jesús dijo: ¿Sería usted tan bondadoso de decirme cuando
proclamó Dios que los pecados se borran por sacrificios de
cualquier clase?
6. ¿No dijo David que Dios no requería sacrificios por el pecado;
que es el pecado mismo el que atrae ante su faz ofrendas
quemadas, como ofrendas por el pecado? ¿No dijo Isaías lo
mismo?
7. El sacerdote replicó: Niño, estás fuera de ti. ¿Sabes tú por
ventura más acerca de las leyes de Dios que todos los
sacerdotes de Israel? No es éste el sitio donde los muchachos
vengan a exhibir sus vivezas.
8. Pero Jesús no se satisfizo; se fue a Hillel, Jefe del Sanhedrín
y le dijo:
9. Desearía hablar contigo. Maestro. Estoy conturbado con el
servicio de la fiesta pascual. Yo había pensado que el templo
era la casa en la que moraban el amor y la bondad.
10. ¿Oyes el balido de los corderos, el clamor de las palomas
que allá están matando los hombres? ¿Hueles la fetidez de la
carne que se quema?.
11. ¿Puede el hombre ser a la vez bondadoso y Justo, y estar
lleno de crueldad?.
12. Un Dios que se deleita en sacrificios, en sangre y en carne
que se quema, no es mi Padre Dios.
13. Quiero encontrar un Dios de Amor, y tú, mi maestro, eres
sabio y seguramente "puedes decirme dónde encontrar al Dios
de Amor.