11. Los sirvientes esperaron largo tiempo su regreso, pero,
como no llegaba. descuidaron su trabajo. Algunos pasaban el
tiempo en orgías y embriaguez, mientras que otros se dormían
en sus puestos.
12. Y noche tras noche venían los ladrones y se llevaban la
riqueza de la casa y de los graneros, arriando los ganados más
selectos.
13. Y cuando supieron que mucha de toda la riqueza cuya
custodia les había sido encomendada había desaparecido,
dijeron:
14. Nadie puede culparnos. Si hubiéramos sabido el día y la
hora en que regresaría el dueño, habríamos guardado bien su
riqueza y no habríamos permitido que los ladrones se la lleven.
Seguramente es culpa de él que no nos los dijo.
15. Pero después de muchos días el dueño regresó; y cuando
supo que los ladrones habían robado su riqueza, llamó a sus
sirvientes y les dijo:
16. Por cuanto habéis descuidado hacer aquello que yo os di a
hacer y habéis gastado vuestro tiempo en orgías y en dormir, he
aquí que todos vosotros sois mis deudores.
17. Lo que he perdido por vuestra negligencia me lo debéis y
entonces les dio duras tareas a hacer y los ato con cadenas a
sus puestos, en los que permanecieron hasta que hubieron
pagado todas las posesiones que su señor había perdido por su
negligencia.
18. Otro hombre le echó llave a su riqueza y él se fue a dormir, y
durante la noche vinieron los ladrones; desecharon llave las
puertas y al ver que no había nadie de guardia, entraron y se
llevaron la riqueza.
19. Y cuando el hombre se despertó y encontró las puertas
abiertas y sus tesoros idos, dijo: Si hubiera sabido la hora en
que los ladrones iban a venir, hubiera estado en guardia.
20. Cuidado, amigos, cuidado. Estad preparados a toda hora, de
modo que no importe a qué hora venga e] Señor, así sea en la
media noche o en la aurora, siempre os encuentre listos a
recibirle.
21. Mirad que se anunció un matrimonio, y vírgenes, diez en
número, fueron elegidas para encontrar al novio cuando llegare.
22. Las vírgenes se vistieron con su traje de boda y tomaron
sus lámparas y se sentaron a esperar, diciendo: Mirad que viene
el novio.