32. Mi alma está atribulada ahora. ¿Que haré? Y entonces
elevando los ojos al cielo dijo:
33. Mi Padre–Dios, no te pido que me releves de todas las
cargas que tengo que soportar; solamente te pido gracia y
fortaleza para soportar las cargas, cualesquiera que ellas sean.
34. Ha llegado la hora para la que vine a este mundo. Oh, Padre,
glorifica Tu Nombre.
35. Entonces el lugar se iluminó con una luz más brillante que la
del medio día. La gente se hizo para atrás. Tenía miedo.
36. Entonces, una voz que parecía venir del cielo, dijo:
37. A ambos he glorificado: mi nombre y el tuyo, y a ambos los
honraré.
38. La gente oyó la voz. Algunos exclamaron: Escucha un
trueno distante. Otros decían: Un ángel le habló.
39. Pero Jesús dijo: Esta voz no fue para mi sino para vosotros,
para que podáis saber que procedo de Dios.
40. Ahora el juzgamiento del mundo está a la mano. El príncipe
de la obscuridad se manifestará y vendrá a lo suyo.
41. El hijo del hombre será ahora levantado de la tierra, y atraerá
a todos los hombres hacia sí.
42. La gente dijo: La ley declara que Cristo se quedará morando
para siempre. ¿Cómo puedes pues decir: el hijo del hombre
será levantado? ¿Quién es el hijo del hombre?
43. Y Jesús les dijo: La luz está brillando ahora. Caminad en la
luz.
44. La oscuridad se aproxima. Quien camina en la oscuridad no
puede encontrar la vía.
45. Otra vez os digo: Caminad en la luz,, mientras todavía tenéis
luz, para que los hombres puedan saber que sois hijos de la luz.
46. Y Jesús se puso de pié y avanzó al pórtico del templo e hizo
su último llamamiento a las multitudes, diciendo:
47. Quien cree en mí, cree en el Dios que me ha mandado a
hacer su voluntad, y quien me ve ahora, contempla a mi Padre
Dios.
48. Mirad que vine como una luz para el mundo. Quien cree en
mí caminará en la luz de la vida.
49. Hombres que me escucháis ahora, si no me creéis, no os
juzgo.
50. No he venido a juzgar el mundo sino a salvar el mundo.