18. Y gente cuyo lenguaje no comprenderéis se levantarán entre
los vivos y los muertos y mostrarán la Vía de la Vida.
19. Los jefes de los sacerdotes y los fariseos estaban
profundamente conmovidos de ira al escuchar esta parábola y
habrían cogido a Jesús para hacerle daño, como no fuera por el
miedo: temían a la multitud.
20. Y Jesús habló otra parábola y dijo: El reino es semejante a
cierto rey que había preparado un banquete para honrar las
bodas de su hijo.
21. Y envió a sus sirvientes a convocar a los invitados al festín.
22. Y los sirvientes hicieron la invitación, pero los invitados no
querían venir.
23. Entonces el rey mandó a otros mensajeros a decir: Mirad
que la mesa está lista, que mis bueyes y mis animales cebados
están preparados.
24. Sobre la mesa están las viandas más apetitosas y los vinos
más ricos. Venid pues a las bodas.
25. La gente se reía y desdeñaba su invitación, yéndose uno a
su hacienda, otro a sus mercaderías:
26. Y otros capturaron a los sirvientes del rey, abusaron de ellos
vergonzosamente matando a algunos de ellos.
27. Entonces el rey envió a sus soldados, que mataron a los
asesinos y quemaron sus ciudades.
28. Y el rey mandó a otros sirvientes diciéndoles: Id a las
esquinas de las calles, a los cruces de los caminos y a los sitios
de comercio, y decid:
29. Todo el que quiera, puede venir a las bodas.
30. Los sirvientes se fueron e hicieron la convocatoria y el salón
del banquete se llenó de comensales.
31. Pero cuando el rey vino a ver a sus huéspedes, vio a un
hombre que no se había vestido adecuadamente para el
banquete y le llamó y le dijo:
32. Amigo mío: ¿por qué has venido sin vestido adecuado para
la boda? ¿Quieres deshonrar así a mi hijo?
33. El hombre enmudeció: no contestó.
34. Entonces el rey dijo a sus guardias: Tomad a este hombre,
atadle pies y manos y arrojadle a la obscuridad de la noche.
35. Muchos han sido invitados, pero sólo son escogidos como
invitados los que se han vestido con ropa de boda.