18. El segundo vino y dijo: Señor he ganado para tí cuatro
libras. Me diste una y te entrego cinco.
19. El rey contestó: Tú también has probado tu fidelidad. Por lo
mismo, te doy el gobierno de cuatro de las ciudades
importantes de mi reino.
20. Otro vino y dijo: Señor, he doblado lo que me diste. Me diste
una libra y te entrego dos.
21. El gobernante dijo: también has probado tu fidelidad. Por lo
mismo, te doy el gobierno de una ciudad importante de mi
reino.
22. Otro vino y dijo: Señor, aquí esta lo que me diste. Yo sabía
que eras austero, cosechando con frecuencia lo que no
sembraste y tuve miedo, de modo que tomé la libra que me
diste y la escondí en un lugar secreto. Aquí está.
23. El rey exclamó: Ocioso, sabías lo que yo esperaba, por que
espero que cada hombre haga un esfuerzo supremo.
24. Si fuiste tímido y temeroso en confiar en tu acierto en
negocios de comercio, ¿por qué no fuiste y pusiste mi dinero en
circulación para que yo pueda tener lo mío con interés?
25. Entonces, dirigiéndose al mayordomo de su riqueza, dijo:
Recibe esta libra y dásela al que con diligencia ha hecho nueve.
26. Porque yo os digo que todo el que usa lo que tiene y gana,
tendrá abundancia; pero aquel que esconde su talento en la
tierra, perderá lo que tiene.
Capítulo 150
Jesús cura al ciego Barthimeo. Con los doce se va a Bethania.
Las multitudes salen a recibirle y a hablar con Lázaro.
1. Los Cristianos comenzaron la jornada a Bethania, y en el
camino, todavía en Jericó, encontraron a la vera del camino a
un mendigo que era el ciego Barthimeo.
2. Cuando el ciego oyó que pasaba la multitud preguntó: ¿Qué
es lo que oigo?
3. Las gentes le contestaron: Es Jesús de Nazareth que pasa.
4. En el instante el hombre comenzó a gritar: Señor, Jesús, hijo
de David, detente, ten piedad del pobre ciego Barthimeo.
5. Las gentes le decían: Cállate, no hagas bullas.
6. Pero el ciego Barthimeo continuaba gritando: Hijo de David,
óyeme, ten piedad del pobre ciego Barthimeo.
7. Entonces Jesús se detuvo y dijo: Traedle.