31. Y Juan dijo: Maestro: ¿quién debe buscar y salvar al que se
desvía? ¿Quién debe curar enfermos y desalojar demonios de
los obsesos?
32. Mientras te ausentaste, vimos a un hombre que no era de
nuestro grupo que desalojaba demonios y curaba enfermos.
33. Lo hacía por la Palabra sagrada y en el nombre del Cristo;
pero nosotros se lo prohibimos porque no era de nuestro
grupo.
34. Y Jesús dijo: Hijos de hombres: ¿os imagináis que tenéis el
monopolio de los poderes de Dios?
35. ¿Os imagináis que el mundo entero tiene que estar parado
esperando que vosotros hagáis los trabajos de Dios?
36. Dios no tiene las características humanas de favoritismo
para hombre alguno a quien le da especiales regalos.
37. No prohibáis a hombre alguno hacer trabajos de Dios.
38. No hay hombre alguno que tenga el poder de pronunciar la
Palabra sagrada y en el nombre del Cristo restaurar la salud y
arrojar espíritus impuros que no sea hijo de Dios.
39. El hombre de quien habláis es uno de nosotros. Quienquiera
que recoja el grano del cielo es uno de nosotros.
40. Quienquiera que da un vaso de agua en el nombre del
Cristo, es uno de nosotros y así lo considerará Dios.
Capítulo 132
Jesús defiende a un hombre que ha sido sentenciado por robar pan.
Se revoca la sentencia. El hombre sale libre y las gentes proveen las
necesidades de su hambreada familia.
1. Una gran multitud llenaba las calles. Los policías conducían
al tribunal a un hombre acusado de haber robado pan.
2. Y en un momento el hombre estuvo ante el juez a contestar la
acusación.
3. Y Jesús y los doce entraron con la multitud. El hombre
mostraba en la cara y en las manos las líneas profundas
producidas por el trabajo y la miseria.
4. Una mujer ricamente ataviada, la acusadora de este hombre,
avanzó y dijo: Yo misma le capturé. Lo conozco bien porque
ayer vino mendigando pan,
5. Y cuando le arrojé de mi puerta, debió darse cuenta de que no
albergo hombres como él; y hoy regresó y se cogió el pan.
6. Es un ladrón y demando que se lo mande a la cárcel.