33. No hay otra respiración que la Santa Respiración que pueda
jamás abanicar nuestros fuegos de vida convirtiéndolos en
llama viviente y transformándolos en luz.
34. Y la Santa Respiración no puede elevar los éteres de los
fuegos a la condición de luz en otros que en los corazones de
pureza y de amor.
35. Oídme entonces hombres de Galilea: Purificar vuestros
corazones, admitid en ellos a la Santa Respiración. Entonces
vuestros cuerpos se llenarán de luz.
36. Y como una ciudad en una colina, vuestra luz iluminará a la
distancia, pudiendo iluminar así la vía para los demás hombres.
Capítulo 108
Jesús reprende a las gentes por su egoísmo. Los cristianos
concurren a un banquete y los fariseos censuran a Jesús porque no
se había lavado antes de comer. Jesús acusa la hipocresía de las
clases gobernantes y pronuncia sobre ellas muchos infortunios.
1. Las multitudes estaban enloquecidas por pensamientos
egoístas; nadie reconocía los derechos y necesidades de otro.
2. El fuerte empujaba al débil a un lado y lo pisoteaba en su
empeño de llegar a ser el primero que obtenga para sí las
bendiciones.
3. Y Jesús dijo: Mirad la jaula de bestias salvajes, la cueva de
víboras ponzoñosas, enloquecidas por su codicia insensata de
ganancia egoísta.
4. Yo os digo, hombres, que los beneficios que derivan los
hombres que no ven sino a sí mismos, son pompas de jabón en
una bella mañana de luz;
5. Son ilusorios; se esfumarán. El alma egoísta es alimentada
hoy; pero como no asimila el alimento, no crece, de modo que
tiene que ser alimentada una y otra vez.
6. Mirad al egoísta obsesionado por un solo espíritu del aire.
Mas por la palabra que todo lo crea este espíritu es arrojado.
7. Y vaga entonces por lugares secos, buscando descanso y sin
encontrarlo.
8. Entonces regresa. Y como el egoísta ha descuidado cerrar su
puerta y echarle llave.
9. El espíritu impuro encuentra toda la casa barrida y limpia: y
entra, y toma consigo siete otros espíritus más sucios que él, y
allí mora.