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BIOLOGÍA
Fig. 23.2 Movimiento amiboide. (De Storer y cols., según Mast.)
movimiento significativo para el desplazamiento de las
células animales. Sin embargo, es probable que la contracción muscular sea el mecanismo más importante para
la locomoción de casi todos los invertebrados y es, desde
luego, el fundamento de la locomoción y de la mayor parte de los movimientos internos de los vertebrados. En las
últin.as décadas se ha venido logrando una idea bastante
cifra de las principales características del músculo esquelético de los vertebrados.
MÚSCULO ESQUELÉTICO
El músculo que mueve al esqueleto se denomina músculo esquelético, aunque también se conoce como
músculo voluntario o estriado. Como estos nombres lo
indican, este músculo está unido a los huesos, está bajo
control voluntario y presenta bandas transversales al verlo con el microscopio.
La unidad básica del músculo es la célula o fibra
muscular. Sin embargo, como se aprecia en la figura
23.3, el músculo esquelético tiene varios niveles de organización por arriba y por abajo de ese nivel celular. Las fibras musculares están agrupadas en forma de haces
llamados fascículos (Fig. 23.3b). Dichos haces, junto
con el tejido conectivo, los nervios y los vasos sanguíneos, forman el músculo, el cual está rodeado por una
gruesa capa de fascia por debajo de la piel.
La fibra muscular en sí es una célula larga y delgada con varios núcleos y una membrana celular llamada
sarcolema. Dentro de cada fibra hay muchos haces en
forma de varilla denominados miofibrillas. Cada una de
estas últimas consta de un conjunto repetitivo de estructuras que se aprecian como bandas transversales de distintas tonalidades (Fig. 23.3e). Las bandas de las
diferentes miofibrillas de cada fibra coinciden perfectamente, lo que hace visible la estriación de las fibras musculares esqueléticas.
Cada unidad repetitiva de este patrón de bandas de
la miofibrilla recibe el nombre de sarcómero. El sarco·
mero está delimitado en ambos extremos por una estructura tipo placa, llamada línea Z, que atraviesa por
completo a la miofibrilla. A cada lado de la línea Ζ se prolongan longitudinalmente filamentos de una delgada
proteína: la actina (Fig. 23.3g). Hacia el centro del sarcómero, dichos filamentos se entrelazan con otra proteína
longitudinalmente dispuesta, pero más gruesa, denominada miosina. (Como se verá más adelante, la interacción de estas dos proteínas es la base de la contracción
muscular.) En corte transversal, cada filamento de miosina está rodeado por seis filamentos de actina (Fig. 23.3r).
Cada sarcómero está rodeado por un retículo sarcoplásmlco (RS), una densa red de conductos análoga
al retículo endoplásmico (Fig. 23.3d). El RS contiene
altas concentraciones de iones de Ca2+, los cuales son liberados durante la contracción muscular. Unas invaginaciones del sarcolema situadas más o menos a la aitura
de las líneas Ζ forman túneles muy profundos llamados
túbulos transversos o Τ (Fig. 23.3d). Estos conductos
participan en la conducción de los potenciales de acción
por toda la fibra.
Según la teoría del filamento deslizante, la contracción muscular se debe a la fijación repetitiva de los miofilamentos de miosina a los filamentos de actina, seguida