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BIOLOGÍA
se encarga del crecimiento longitudinal (primario) del tallo, el cambium vascular produce los incrementos diametrales del tallo (llamado crecimiento secundario). La
mayor parte del tronco de los árboles está formada por
xilema secundario (madera). Además del xilema y el floema secundarios, el cambium vascular produce rayos
vasculares, los cuales son capas de parénquima de paredes delgadas y de colénquima de paredes gruesas que
forman canales radiales, semejantes a los rayos de una
rueda, que atraviesan la madera y el floema. En el tallo
joven, esos rayos permiten el flujo lateral de nutrientes;
en los árboles viejos, alivian las presiones generadas por
el cilindro xilemático en expansión.
Conforme el árbol madura y su diámetro aumenta,
la epidermis y la corteza van partiéndose y descascarándose. En su lugar, una capa de células corticales que se
volvió meristemática (el felógeno o cambium suberoso)
empieza a producir células suberosas. Las células suberosas muertas forman la corteza externa (peridermo);
el delgado pero funcionalmente vital floema constituye la
corteza interna.
En los árboles viejos, la mayor parte del xilema se
tapa con resinas, gomas y pigmentos, perdiendo su capacidad de conducción aunque sigue dando sostén al
tronco. Esa madera vieja se llama duramen. El xilema
más nuevo, que aún transporta agua y nutrientes, recibe
el nombre de albura.
A través de la evolución han surgido muchos tipos
de tallos, desde el tipo erecto ordinario hasta una variedad de formas que van desde tubérculos subterráneos
hasta delgados zarcillos que se afianzan de estructuras
sólidas presentes en el medio. Algunas de esas modificaciones constituyen mecanismos de propagación
vegetativa de la planta, es decir, de diseminación y multiplicación asexual de la planta progenitura.
Algunas plantas perennes tienen tallos que crecen
lateralmente bajo el suelo. Esas estructuras se llaman rizomas y sus yemas terminales y laterales producen vastagos nuevos en cada temporada de crecimiento. De esta
manera se establece una extensa red de tallos subterráneos provenientes de cada planta progenitora. La papa
blanca, originaria de Perú y llevada después a Europa, es
un ejemplo del resultado final de esa tendencia: el tubérculo. Los tubérculos son voluminosos tallos subterráneos que funcionan como importantes almacenes de
alimento; dichos tubérculos ya no producen hojas directamente. Los ojos de la papa son yemas que asoman por
una hendidura, la cual es una modificación reducida de
una hoja.
Las fresas tienen un delgado tallo que crece fuera
del suelo y en el cual aparecen nuevas plantas en diferentes puntos. Esos tallos se denominan estolones. El
tallo de la parra posee modificaciones en forma de zarcillos que van enredándose a los árboles o a las espalderas y que permiten la expansión de la vid.
Los bulbos y los cormos son otra clase de modificaciones del tallo. En el caso de los bulbos (p. ej., el del
tulipán), un tallo muy reducido y envuelto por gruesas hojas suculentas forma nuevas plantas en la siguiente temporada de crecimiento. Los cormos (p. ej., el del azafrán)
están formados por tallos cortos y regordetes que contienen cantidades considerables de alimento pero carecen
virtualmente de estructuras foliares internas. El cormo
también se observa en ciertas orquídeas.
Eh algunas plantas el tallo ha sustituido funcionalmente a las hojas. Por ejemplo, en algunas especies de
Fig. 13.6 Hoja