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178 BIOLOGÍA se encarga del crecimiento longitudinal (primario) del tallo, el cambium vascular produce los incrementos diametrales del tallo (llamado crecimiento secundario). La mayor parte del tronco de los árboles está formada por xilema secundario (madera). Además del xilema y el floema secundarios, el cambium vascular produce rayos vasculares, los cuales son capas de parénquima de paredes delgadas y de colénquima de paredes gruesas que forman canales radiales, semejantes a los rayos de una rueda, que atraviesan la madera y el floema. En el tallo joven, esos rayos permiten el flujo lateral de nutrientes; en los árboles viejos, alivian las presiones generadas por el cilindro xilemático en expansión. Conforme el árbol madura y su diámetro aumenta, la epidermis y la corteza van partiéndose y descascarándose. En su lugar, una capa de células corticales que se volvió meristemática (el felógeno o cambium suberoso) empieza a producir células suberosas. Las células suberosas muertas forman la corteza externa (peridermo); el delgado pero funcionalmente vital floema constituye la corteza interna. En los árboles viejos, la mayor parte del xilema se tapa con resinas, gomas y pigmentos, perdiendo su capacidad de conducción aunque sigue dando sostén al tronco. Esa madera vieja se llama duramen. El xilema más nuevo, que aún transporta agua y nutrientes, recibe el nombre de albura. A través de la evolución han surgido muchos tipos de tallos, desde el tipo erecto ordinario hasta una variedad de formas que van desde tubérculos subterráneos hasta delgados zarcillos que se afianzan de estructuras sólidas presentes en el medio. Algunas de esas modificaciones constituyen mecanismos de propagación vegetativa de la planta, es decir, de diseminación y multiplicación asexual de la planta progenitura. Algunas plantas perennes tienen tallos que crecen lateralmente bajo el suelo. Esas estructuras se llaman rizomas y sus yemas terminales y laterales producen vastagos nuevos en cada temporada de crecimiento. De esta manera se establece una extensa red de tallos subterráneos provenientes de cada planta progenitora. La papa blanca, originaria de Perú y llevada después a Europa, es un ejemplo del resultado final de esa tendencia: el tubérculo. Los tubérculos son voluminosos tallos subterráneos que funcionan como importantes almacenes de alimento; dichos tubérculos ya no producen hojas directamente. Los ojos de la papa son yemas que asoman por una hendidura, la cual es una modificación reducida de una hoja. Las fresas tienen un delgado tallo que crece fuera del suelo y en el cual aparecen nuevas plantas en diferentes puntos. Esos tallos se denominan estolones. El tallo de la parra posee modificaciones en forma de zarcillos que van enredándose a los árboles o a las espalderas y que permiten la expansión de la vid. Los bulbos y los cormos son otra clase de modificaciones del tallo. En el caso de los bulbos (p. ej., el del tulipán), un tallo muy reducido y envuelto por gruesas hojas suculentas forma nuevas plantas en la siguiente temporada de crecimiento. Los cormos (p. ej., el del azafrán) están formados por tallos cortos y regordetes que contienen cantidades considerables de alimento pero carecen virtualmente de estructuras foliares internas. El cormo también se observa en ciertas orquídeas. Eh algunas plantas el tallo ha sustituido funcionalmente a las hojas. Por ejemplo, en algunas especies de Fig. 13.6 Hoja