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BIOLOGÍA
El ciclo total se divide en tres partes: la menstruación
(flujo de sangre) que dura 5 días en promedio; la fase folicular (o proliferativa), que comienza al suspenderse el
sangrado y dura alrededor de 9 días; y la fase lútea, que
abarca las dos últimas semanas del ciclo.
Durante el periodo de cinco días de flujo menstrual,
los niveles de GnRH se mantienen de bajos a moderados. La concentración de FSH es baja y disminuye aún
más en el momento de la ovulación. La LH también se
mantiene en un nivel bajo. Las concentraciones de estradiol y progesterona están igualmente bajas y el endometrio o recubrimiento interno del útero es desechado junto
con una pequeña cantidad de sangre y de tejido vascular
deteriorado. A pesar de tos cálculos exagerados de algunas mujeres, el volumen total de sangre perdida raramente excede una taza y media. Aquí surge una
pregunta: ¿por qué el flujo menstrual de sangre no es taponado por el mecanismo de coagulación? Lo que sucede en realidad es que la sangre menstrual proviene de
coágulos previamente formados y disueltos ahora por
una enzima llamada fibrlnolisina o plasmina. Entonces,
la sangre menstrual es sangre descoagulada.
Durante la fase proliferativa, los folículos inician su
desarrollo en los ovarios bajo la influencia de la FSH y la
LH hipofisarias. La producción hipotalámica de GnRH es
considerable. Un solo folículo en crecimiento (los otros
son inhibidos hacia el final de esta fase) continúa produciendo cantidades cada vez mayores de estradiol, lo cual
contribuye al desarrollo y la vascularización del endometrio. En el momento de la ovulación (liberación del óvulo)
ocurren un repentino descenso en la concentración de
estradiol y un incremento muy marcado en la de LH. Esto
marca la transición de la fase folicular a la lútea. Uno de
los efectos del brusco incremento del nivel de LH es la
transformación del folículo roto en el cuerpo amarillo a
través de una serie de cambios. Dicho cuerpo produce
una pequeña cantidad de estradiol, pero básicamente secreta altas concentraciones de progesterona, la segunda
hormona sexual femenina, a la cual se deben en buena
medida los cambios relacionados con la fase lútea. El endometrio engrosado se vuelve sumamente glandular y
ocurre un aumento del glucógeno. Estos cambios de maduración del útero lo preparan para la implantación y las
secuelas del embarazo. Durante esta tercera fase del
ciclo se produce muy poca GnRH. Uno de los efectos
importantes de los ni veles altos de progesterona es la supresión del desarrollo folicular en el ovario. De hecho, la
progesterona es el ingrediente principal de las píldoras
anticonceptivas, ya que su acción mantiene a la mujer en
el estado postovulatorio, en el cual no hay formación de
folículos.
Si no hubo embarazo, el cuerpo amarillo se desintegra hacia el final de la fase lútea (aproximadamente el
día 21); poco después, el endometrio se degenera y
comienza de nuevo el flujo de sangre. El límite entre las
fases lútea y menstrual está marcados por un notable
descenso en la concentración de progesterona. Las concentraciones de las demás hormonas también son bajas
en ese momento. Sin embargo, con la degeneración del
cuerpo amarillo se produce una nueva acumulación de
GnRH, de modo que al final de la menstruación se volverá a acumular estrógeno gracias a la acción de los folículos en desarrollo.
La palabra menstruación se deriva de un vocablo
latino que significa "luna", ya que en muchas mujeres el
periodo menstrual dura aproximadamente lo mismo que
el mes lunar: 28 días. Dado que las mareas también tienen una periodicidad de 28 días debido a la influencia lunar, algunos biólogos afirman que la menstruación es el
vestigio de un ciclo establecido cuando nuestros ancestros vivieron a orillas del mar y fueron influidos por las
mareas. La menstruación se suspende durante el embarazo y desaparece poco a poco cuando las mujeres de
edad avanzada entran en la menopausia, periodo en el
que ocurre una reducción de la secreción de las hormonas que controlan el ciclo menstrual. La desaparición del
ciclo menstrual en esta etapa de la vida no se relaciona
necesariamente con una disminución del deseo sexual.
12.4
RESPUESTA SEXUAL HUMANA
Ambos sexos poseen un repertorio idéntico de respuestas fisiológicas durante la actividad sexual: vasocongestión y miotonía. La vasocongestión, consistente en el
movimiento y la acumulación de sangre, ocasiona una dilatación sexual ventral en ambos sexos, erección primaria del pene o del clítoris, erección secundaria de los
pezones y, además, el fenómeno de lubricación vaginal, en el cual la presión de la sangre agolpada fuerza el
paso de líquidos sanguíneos a través de la pared vaginal,
en cuya superficie interna se acumulan. Por miotonía se
entiende la contracción muscular, frecuentemente espasmódica, que provoca las oleadas de contracción que recorren durante el orgasmo todo el aparato reproductor y
el ano en ambos sexos, el estremecimiento de nalgas,
brazos y piernas durante el climax y las contracciones
menores, de naturaleza más superficial, llamadas en conjunto fenómenos postorgásmicos y que se observan durante la fase de resolución de la respuesta sexual.
La respuesta sexual consta de cuatro fases en ambos sexos. En un principio, los estímulos eróticos inducen
una fase de excitación durante la cual la vasocongestión produce un mayor nivel de dilatación. En la fase de
meseta, la excitación se sostiene en sus niveles máximos. Enseguida —y acompañada generalmente por una
sensación fisiológica de que se trata de algo inevitable—
sobreviene la fase orgásmica, en la cual las exquisitas
sensaciones de desahogo van acompañadas de ia