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164 BIOLOGÍA El ciclo total se divide en tres partes: la menstruación (flujo de sangre) que dura 5 días en promedio; la fase folicular (o proliferativa), que comienza al suspenderse el sangrado y dura alrededor de 9 días; y la fase lútea, que abarca las dos últimas semanas del ciclo. Durante el periodo de cinco días de flujo menstrual, los niveles de GnRH se mantienen de bajos a moderados. La concentración de FSH es baja y disminuye aún más en el momento de la ovulación. La LH también se mantiene en un nivel bajo. Las concentraciones de estradiol y progesterona están igualmente bajas y el endometrio o recubrimiento interno del útero es desechado junto con una pequeña cantidad de sangre y de tejido vascular deteriorado. A pesar de tos cálculos exagerados de algunas mujeres, el volumen total de sangre perdida raramente excede una taza y media. Aquí surge una pregunta: ¿por qué el flujo menstrual de sangre no es taponado por el mecanismo de coagulación? Lo que sucede en realidad es que la sangre menstrual proviene de coágulos previamente formados y disueltos ahora por una enzima llamada fibrlnolisina o plasmina. Entonces, la sangre menstrual es sangre descoagulada. Durante la fase proliferativa, los folículos inician su desarrollo en los ovarios bajo la influencia de la FSH y la LH hipofisarias. La producción hipotalámica de GnRH es considerable. Un solo folículo en crecimiento (los otros son inhibidos hacia el final de esta fase) continúa produciendo cantidades cada vez mayores de estradiol, lo cual contribuye al desarrollo y la vascularización del endometrio. En el momento de la ovulación (liberación del óvulo) ocurren un repentino descenso en la concentración de estradiol y un incremento muy marcado en la de LH. Esto marca la transición de la fase folicular a la lútea. Uno de los efectos del brusco incremento del nivel de LH es la transformación del folículo roto en el cuerpo amarillo a través de una serie de cambios. Dicho cuerpo produce una pequeña cantidad de estradiol, pero básicamente secreta altas concentraciones de progesterona, la segunda hormona sexual femenina, a la cual se deben en buena medida los cambios relacionados con la fase lútea. El endometrio engrosado se vuelve sumamente glandular y ocurre un aumento del glucógeno. Estos cambios de maduración del útero lo preparan para la implantación y las secuelas del embarazo. Durante esta tercera fase del ciclo se produce muy poca GnRH. Uno de los efectos importantes de los ni veles altos de progesterona es la supresión del desarrollo folicular en el ovario. De hecho, la progesterona es el ingrediente principal de las píldoras anticonceptivas, ya que su acción mantiene a la mujer en el estado postovulatorio, en el cual no hay formación de folículos. Si no hubo embarazo, el cuerpo amarillo se desintegra hacia el final de la fase lútea (aproximadamente el día 21); poco después, el endometrio se degenera y comienza de nuevo el flujo de sangre. El límite entre las fases lútea y menstrual está marcados por un notable descenso en la concentración de progesterona. Las concentraciones de las demás hormonas también son bajas en ese momento. Sin embargo, con la degeneración del cuerpo amarillo se produce una nueva acumulación de GnRH, de modo que al final de la menstruación se volverá a acumular estrógeno gracias a la acción de los folículos en desarrollo. La palabra menstruación se deriva de un vocablo latino que significa "luna", ya que en muchas mujeres el periodo menstrual dura aproximadamente lo mismo que el mes lunar: 28 días. Dado que las mareas también tienen una periodicidad de 28 días debido a la influencia lunar, algunos biólogos afirman que la menstruación es el vestigio de un ciclo establecido cuando nuestros ancestros vivieron a orillas del mar y fueron influidos por las mareas. La menstruación se suspende durante el embarazo y desaparece poco a poco cuando las mujeres de edad avanzada entran en la menopausia, periodo en el que ocurre una reducción de la secreción de las hormonas que controlan el ciclo menstrual. La desaparición del ciclo menstrual en esta etapa de la vida no se relaciona necesariamente con una disminución del deseo sexual. 12.4 RESPUESTA SEXUAL HUMANA Ambos sexos poseen un repertorio idéntico de respuestas fisiológicas durante la actividad sexual: vasocongestión y miotonía. La vasocongestión, consistente en el movimiento y la acumulación de sangre, ocasiona una dilatación sexual ventral en ambos sexos, erección primaria del pene o del clítoris, erección secundaria de los pezones y, además, el fenómeno de lubricación vaginal, en el cual la presión de la sangre agolpada fuerza el paso de líquidos sanguíneos a través de la pared vaginal, en cuya superficie interna se acumulan. Por miotonía se entiende la contracción muscular, frecuentemente espasmódica, que provoca las oleadas de contracción que recorren durante el orgasmo todo el aparato reproductor y el ano en ambos sexos, el estremecimiento de nalgas, brazos y piernas durante el climax y las contracciones menores, de naturaleza más superficial, llamadas en conjunto fenómenos postorgásmicos y que se observan durante la fase de resolución de la respuesta sexual. La respuesta sexual consta de cuatro fases en ambos sexos. En un principio, los estímulos eróticos inducen una fase de excitación durante la cual la vasocongestión produce un mayor nivel de dilatación. En la fase de meseta, la excitación se sostiene en sus niveles máximos. Enseguida —y acompañada generalmente por una sensación fisiológica de que se trata de algo inevitable— sobreviene la fase orgásmica, en la cual las exquisitas sensaciones de desahogo van acompañadas de ia