Test Drive | Page 92

Emociones y relaciones íntimas: la conducta amorosa 93 inyección de adrenalina producía una reacción emocional completa, generalmente negativa, en la que el sujeto no sólo experimentaba los cambios somáticos ya citados (temblores, palpitaciones, etc.), sino que además se sentía realmente emocionado. Este trabajo de Marañón, que fue enormemente importante e influyente, hasta el punto de ser posiblemente el artículo más citado de un autor español en la literatura científica contemporánea, lo fue por poner de manifiesto que el fenómeno emocional estaba determinado, en gran medida, por factores situacionales y personales complejos que iban más allá de los síntomas viscerales asociados a la emoción, y mostró que la emoción era un fenómeno que consta de dos componentes: el vegetativo y el psíquico. Posteriormente, la psicología social norteamericana fue desarrollando lentamente las ideas de lo que ellos mismos llaman Escuela Española, sugiriendo ligeros cambios en el modelo: la interacción entre la emoción psíquica y la emoción periférica (o sea, los cambios viscerales) vendría dada no tanto, señalan los investigadores norteamericanos, por una especial predisposición de los sujetos, sino por la situación. Dicho de otra forma, en ciertas situaciones los sujetos se pueden dejar llevar por los síntomas corporales producidos por la inyección de adrenalina y sentirse auténticamente emocionados. «Como se ve, lo que aportan los estudios norteamericanos al modelo de la Escuela Española es una matización mínima aunque muy significativa para un psicólogo social: los sujetos de la experiencia de Marañón que sentían auténtica emoción no estaban especialmente predispuestos por poseer unos ciertos rasgos de personalidad estables, sino que se encontraban en una situación que percibían de forma distinta a los demás sujetos» (Fernández Dols, 1994, pág. 331). Sin embargo, Marañón falleció en 1960 y su legado psicosocial tuvo una nula influencia en nuestro país, pero no así en los Estados Unidos, donde tuvo un «discípulo» destacado: el psicólogo social Stanley Schachter. De hecho, como escribe Fernández Dols (1994, págs. 332-333), «las coincidencias entre los puntos de vista de Marañón y Schachter son llamativos. A veces Schachter se remite a Marañón y otras no, pero sus puntos de vista son sorprendentemente coincidentes». Así, en algunos de los más conocidos experimentos de la Psicología de la Afiliación (1959), lo que hace Schachter es sustituir la inyección de adrenalina por una situación ansiógena (que genera por sí misma ansiedad en los sujetos) y observar, como Marañón, la importancia del gesto de los demás en la elaboración de nuestras propias emociones. Y el clásico artículo con Singer (Schachter y Singer, 1962), no es, como afirma Fernández Dols, sino un experimento que resume las intuiciones de Marañón en una sola situación experimental: los efectos de la inyección de adrenalina (la emoción vegetativa de Marañón) y la importancia del gesto emocional de los demás como un factor clave en la determinación de la emoción psíquica, aunque Schachter y Singer formulan su hipótesis en una terminología diferente a la de Marañón, que es la que el estudiante de psicología social se va a encontrar en la literatura actual: ya no hablan de emoción vegetativa, sino de activación fisiológica