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La atracción interpersonal 85 luaban positivamente y como siendo simpáticas y amables, cosa que no ocurría cuando lo hacían mientras estaban en una habitación lúgubre, sucia y sin adornos. Por su parte, Lewicki (1985) presentó a sus sujetos dos fotografías de mujeres (A y B) y éstos tenían que elegir cuál de las dos preferían, en tres condiciones diferentes. En la primera, el grupo control (neutra), el 50 por 100 de los sujetos elegían una y el 50 por 100 otra. Las otras dos condiciones tuvieron lugar después tras interactuar con una experimentadora que se mostró simpática y amable, en un caso, y poco amable y más antipática, en el otro. Pues bien, y dado que una de las dos fotografías (A) se parecía a la experimentadora, los primeros eligieron la fotografía A en un porcentaje de 6 a 1, mientras que los segundos evitaron elegir a la mujer de la fotografía A. Conclusión La importancia del estudio del fenómeno de la atracción interpersonal es evidente, puesto que son innumerables las situaciones de la vida cotidiana en las que entramos en contacto con otras personas y, según la naturaleza del eslabón afectivo existente, las consecuencias de las conductas emitidas variarán en forma muy significativa. Y, como ocurre en tantos otros temas, «la investigación psicosociológica sobre la atracción interpersonal se ha movido desde lo simple a lo complejo. Empezó con los principios del premio y castigo, con la conceptualización de la atracción como una actitud, y con un interés por las formas más blandas de atracción como las que tienen lugar en los encuentros iniciales, los investigadores han llegado gradualmente a enfrentarse con las enormes complejidades de los fenómenos de atracción que tienen lugar en situaciones naturales» (Berscheid, 1985). En definitiva, como señala José Luis Sangrador, la atracción entre dos personas se da cuando su interacción sea mutuamente recompensante, y lo será cuando, aparte del influjo de la reciprocidad física (las amistades por correo suelen durar poco) y de ciertos rasgos deseables, haya entre ellos similitud de actitudes, comple mentariedad de necesidades y reciprocidad de sentimientos. En consecuencia, pues, como vemos, los fenómenos de atracción interpersonal, como ocurre con cualquier otro fenómeno psicosocial, son mucho más complejos de lo que suele creerse y difícilmente reducibles a unas pocas variables. Es la expresión de la personalidad global del individuo con todas sus facetas. Y ello es más cierto aún, si cabe, en el caso del amor. Como conclusión podemos decir que, en general, el interés de los psicólogos sociales por el estudio de la atracción interpersonal está aumentando (Berscheid, 1985), centrándose cada vez más en el estudio del paso de las relaciones de atracción a las relaciones íntimas que supone el amor y en la descripción de la estructura de las relaciones íntimas. La investigación sobre la disolución de las relaciones íntimas está todavía en mantillas, pero indudablemente se desarrollará mucho en los próximos años, no pudiéndose de ninguna manera aislar esta temática del tema de las emociones.