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Capítulo V La atracción interpersonal Introducción Decía Sartre que «el infierno son los otros». Estoy de acuerdo. Pero los otros son también el cielo. Es decir, la mayoría de las cosas más positivas y las más negativas que nos pasan tienen que ver con los otros. Y difícilmente podría ser de otra manera siendo como somos seres intrínsecamente sociales. De hecho, una de las motivaciones humanas más profundas y básicas es la de la afiliación (Schachter, 1959) que, como escriben Morales y Moya (1994, pág. 410), «es una tendencia humana básica que lleva a buscar la compañía de otras personas», cuya función primordial consiste en garantizar la supervivencia tanto del individuo como de la especie. Resulta de vital importancia para un bebé no separarse de quien le alimenta, cuida y protege. Así, un experimento ya clásico de Schachter (1959) tenía por objeto investigar si la ansiedad puede llevar al deseo de afiliación. Para ello, las alumnas de un curso introductorio de psicología que participaban en el estudio fueron asignadas a dos condiciones experimentales: alta y baja ansiedad. Todas creían que iban a participar en un experimento en el que se les aplicarían descargas eléctricas. Pero mientras que unas creían que esas descargas serían fuertes y dolorosas, como les había dicho el mismo experimentador (alta ansiedad), otras esperaban recibir descargas insignificantes (baja ansiedad). Con el pretexto de tener que preparar el instrumental necesario, el experimentador pedía a las estudiantes que esperaran diez minutos, dándoles a cada una de ellas la oportunidad de hacerlo sola en una sala o acompañada de otras estudiantes que también estaban participando en el experimento. Tal y como suponía Schachter, el nivel de ansiedad inducido por el experimentador influía en las preferencias sobre cómo realizar la espera: de las 32 mujeres que participaron en la condición