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Anastasio Ovejero Bernal
oyentes. Aunque el rostro sea el principal indicador del estado emotivo
(muecas de dolor, sonrisas, etc.), emociones como la ansiedad y la tensión
se transmiten fácilmente a través de gestos manuales (por ejemplo, cerrar
los puños, levantar los brazos doblados por los codos y con los puños
cerrados para expresar triunfo y alegría; golpear la palma con el puño para
mostrar ira, etc.) o corporales (temblor en todo el cuerpo); d) Gestos reguladores de la interacción: son movimientos producidos por quien habla o
por quien escucha, con la finalidad de regular las intervenciones con el diálogo o de despedida, como darse la mano. Los reguladores pueden ser utilizados también para acelerar o frenar al interlocutor, indicar que debe continuar o darle a entender que debe ceder su turno a otro. Por ejemplo,
mirar el reloj para indicar que se está acabando el tiempo o reunir y ordenar las pertenencias personales para indicar que ya se ha acabado. Por otra
parte, cuando se cede el turno, el que habla no sólo baja su voz, frena el
ritmo de su discurso e incluso posiblemente alarga la sílaba final, sino que
por regla general también aparta la mirada bajando los ojos, la cabeza o
ambas cosas; e) Gestos de adaptación o adaptadores: son movimientos, gestos y otras acciones que son utilizados para manejar nuestros sentimientos
o controlar nuestras respuestas. Generalmente tienen lugar en situaciones
de tensión y reflejan estadios de aprendizaje en la infancia. Por ejemplo, el
gesto de taparse la boca cuando alguien dice una mentira o «mete la pata».
3) Expresión facial: si tenemos en cuenta la gran cantidad de movimientos diferentes que pueden ejecutar los músculos faciales, nos será fácil
comprender la importancia que tiene la expresión facial en la comunicación. Como es bien conocido, la cara es el medio fundamental para expresar emociones y estados de ánimo. La expresión facial es fundamentalmente utilizada para regular la interacción y reforzar al emisor.
Movimientos como los cambios de posición de las cejas, de los músculos
faciales, de la boca, etc., proporcionan información que se considera esencialmente emocional y actitudinal.
4) Mirada o contacto visual: las primeras investigaciones sobre el significado de la mirada se remontan a comienzos de los años 20, con Moore y
Gilliand (Knapp, 1985), cuando encontraron que las personas agresivas
eran capaces de mantener el contacto visual mientras realizaban sumas
mentales, durante más tiempo que las no agresivas. Un indicador de belleza
de la mirada y de atracción es la dilatación de las pupilas. Era conocido
entre las mujeres de hace varias décadas el ingenioso truco de poner unas
gotas de belladona en los ojos con el fin de dilatar las pupilas y así lograr
captar la atención del hombre que las cortejaba (Knackstedt y Kleinke,
1992). También es importante el número de veces que se parpadea por
minuto, ya que ello está relacionado con la tranquilidad y el nerviosismo.
Diez o menos parpadeos por minuto indican tranquilidad, mientras que
cuarenta o más indican tensión o ansiedad. También es importante la duración de la mirada, pues una mirada prolongada puede interpretarse como
agresiva, dominante, y una mirada breve indica falta de confianza, inseguridad, poca astucia.