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68 Anastasio Ovejero Bernal lizarse o bien circulando por la ciudad con un coche caro o bien, entre otras vías, mostrando que se tiene relaciones con personas de alto estatus. La gente tiende a comunicarse siempre que puede con personas de prestigio para, de esa forma, aumentar el prestigio propio. Por la misma razón, la gente trata de evitar comunicarse en público con personas de poco prestigio o con grupos sociales de poca o baja reputación. Y es que para reducir la propia incertidumbre tendemos a comunicarnos con los que son semejantes a nosotros, para ganar prestigio intentaremos comunicarnos con quienes poseen un estatus superior a nosotros. 7) Comunicación y extraversión: con frecuencia nos comunicamos simplemente por exteriorizar nuestros sentimientos, nuestras emociones o nuestras opiniones, pues una de nuestras necesidades básicas es la comunicativa. En todo caso, tanto un exceso de estimulación comunicativa como la carencia crónica de ella es algo incómodo, desagradable y, a menudo, socialmente poco reforzante. Comunicación verbal Como es bien conocido, existen básicamente dos tipos de comunicación entre los seres humanos: la verbal y la no verbal. Comencemos por la primera (véase Giménez, 1995). La característica más propiamente definitoria de la especie humana es justamente la comunicación verbal, el lenguaje. El lenguaje es una de las grandes distinciones con que la naturaleza ha capacitado al hombre para superar la barrera evolutiva que le separa de otros primates. Por supuesto que la magistral arquitectura de la palabra humana no depende sólo de esa ingente labor de planificación que supone la complicada morfología de una laringe; en definitiva, la laringe humana no es más que una estructura mecánica movida fisiológicamente para la reproducción de símbolos; pero la creación y procesamiento de esos símbolos depende de un mando superior cerebral... Es, pues, del cerebro humano de donde le viene a la palabra hablada su rango supremo en la escala filogenética del reino animal (Pastor Ramos, 1994, pág. 337). Ahora bien, sin cerebro no habría lenguaje, pero él no lo es todo, ni mucho menos. El cerebro humano sin la interacción social, sin nuestras relaciones sociales, sin sociedad, en definitiva, no podría ejercer las funciones para las que genéticamente está preparado: aunque las capacidades de razonamiento del ser humano están en el cerebro, sin embargo su desarrollo depende de variables psicosociales, y fundamentalmente de la comunicación y el lenguaje de las demás personas. El lenguaje es tan importante en el desarrollo del pensamiento humano que hay autores, como Piaget, que afirman que su función no es tanto reflejar el pensamiento, sino que incluso determina el pensamiento, como creen Whorf y Sapir. Y es que el lenguaje es intrínsecamente sig-