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Anastasio Ovejero Bernal
lizarse o bien circulando por la ciudad con un coche caro o bien, entre
otras vías, mostrando que se tiene relaciones con personas de alto estatus.
La gente tiende a comunicarse siempre que puede con personas de prestigio para, de esa forma, aumentar el prestigio propio. Por la misma razón,
la gente trata de evitar comunicarse en público con personas de poco prestigio o con grupos sociales de poca o baja reputación. Y es que para reducir la propia incertidumbre tendemos a comunicarnos con los que son
semejantes a nosotros, para ganar prestigio intentaremos comunicarnos con
quienes poseen un estatus superior a nosotros.
7) Comunicación y extraversión: con frecuencia nos comunicamos simplemente por exteriorizar nuestros sentimientos, nuestras emociones o
nuestras opiniones, pues una de nuestras necesidades básicas es la comunicativa. En todo caso, tanto un exceso de estimulación comunicativa como
la carencia crónica de ella es algo incómodo, desagradable y, a menudo,
socialmente poco reforzante.
Comunicación verbal
Como es bien conocido, existen básicamente dos tipos de comunicación
entre los seres humanos: la verbal y la no verbal. Comencemos por la primera (véase Giménez, 1995). La característica más propiamente definitoria
de la especie humana es justamente la comunicación verbal, el lenguaje.
El lenguaje es una de las grandes distinciones con que la naturaleza
ha capacitado al hombre para superar la barrera evolutiva que le separa
de otros primates. Por supuesto que la magistral arquitectura de la palabra humana no depende sólo de esa ingente labor de planificación que
supone la complicada morfología de una laringe; en definitiva, la laringe
humana no es más que una estructura mecánica movida fisiológicamente
para la reproducción de símbolos; pero la creación y procesamiento de
esos símbolos depende de un mando superior cerebral... Es, pues, del
cerebro humano de donde le viene a la palabra hablada su rango
supremo en la escala filogenética del reino animal (Pastor Ramos, 1994,
pág. 337).
Ahora bien, sin cerebro no habría lenguaje, pero él no lo es todo, ni
mucho menos. El cerebro humano sin la interacción social, sin nuestras
relaciones sociales, sin sociedad, en definitiva, no podría ejercer las funciones para las que genéticamente está preparado: aunque las capacidades de
razonamiento del ser humano están en el cerebro, sin embargo su desarrollo depende de variables psicosociales, y fundamentalmente de la comunicación y el lenguaje de las demás personas.
El lenguaje es tan importante en el desarrollo del pensamiento
humano que hay autores, como Piaget, que afirman que su función no es
tanto reflejar el pensamiento, sino que incluso determina el pensamiento,
como creen Whorf y Sapir. Y es que el lenguaje es intrínsecamente sig-