Capítulo III
Las relaciones humanas como intercambio
Introducción
Hay una serie de teóricos en psicología social, de raíz eminentemente
conductista, que ven las relaciones humanas como un mero proceso de
intercambio, proceso en el que cada uno invierte algo y hace unos costos
con la intención de obtener un beneficio. Cuando su «inversión» no resulta
«rentable» abandonará la relación interpersonal. Como vemos, pues, «en la
noción de intercambio se combinan el principio económico de la conducta
como función del propio interés, la lógica hedonista de la persecución del
placer y la axiología pragmatista de la utilidad» (Blanch, 1983, pág. 34).
Ahora bien, estas teorías no son realmente sociales, sino meramente individuales, ya que, como sostiene Rodríguez Pérez (1993, pág. 74):
los miembros con los que se elaboran las normas no son las redes sociales, sino las decisiones de los individuos en el proceso de intercambio,
una idea propia del individualismo metodológico que impregna las teorías del intercambio. Llevar esto a sus últimas consecuencias significa
ignorar la noción de cultura o aceptar como único valor cultural el espíritu comercial, cuya máxima es que sólo a través de los demás podemos
sacar el máximo rendimiento a nuestros méritos.
Estas teorías se basan, pues, en un concepto históricamente descontextualizado de hombre. Se trata, por tanto, añade Rodríguez Pérez, de plantear un tipo de ser humano históricamente descontextualizado. Entre las
numerosas teorías del intercambio existentes, destacaremos las que aparecen a continuación.