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446 Anastasio Ovejero Bernal mente didácticas, dado que epistemológicamente resulta imposible separar la definición del objeto. Definición de la psicología social Por extraño que a algunos les pueda parecer, son muchos los manuales de psicología social que ni siquiera dedican un solo capítulo al tema del concepto y el objeto de la disciplina. Así, Jiménez Burillo y colaboradores (1992) encontraron que sólo el 59,37 de los cuarenta manuales que ellos manejaron incluía un capítulo inicial sobre esta temática, aunque también eran muchos los que tampoco dedicaban ningún capítulo a las orientaciones teóricas (sólo el 40,62 por 100 sí lo dedicaban), a la metodología (43,75 por 100) o a las aplicaciones (56,25 por 100). Es más, son muchos los manuales que no se atreven ni siquiera a adelantar una definición explícita (intencional) de la disciplina. Así, de los manuales examinados por Jiménez Burillo, sólo 16 se atrevían a darla, y de ellos la mitad repetían la misma que en su día diera Gordon Allport, para quien (1954/1968, pág. 3), la psicología social es «un intento por comprender cómo el pensamiento, los sentimientos o la conducta de los individuos están influidos por la presencia real, imaginada o implícita de otras personas», definición, por cierto, excesivamente psicologísta. Y en cuanto a la definición operacional o efectiva, la conclusión de Jiménez Burillo y colaboradores es clara: existe en nuestra disciplina una enorme heterogeneidad de contenidos, con una enorme dispersión de temáticas estudiadas por los diferentes manuales. Así, por ejemplo, es realmente sorprendente constatar que sólo un tema (cognición/percepción social) aparece en más de las dos terceras partes del total de los manuales analizados por estos autores, mientras que sólo seis aparecen en al menos un 50 por 100 de los mismos. «Existe, pues, una manifiesta falta de consenso: difícilmente es posible encontrar dos textos cuyos índices temáticos sean coincidentes» (Jiménez Burillo y cols., 1992, pág. 21). Por otra parte, comienzan su libro Collier, Minton y Reynolds (1996) afirmando que «muchos de los problemas de la psicología social surgen de su definición. La psicología social ha sido definida tan ampliamente que incluye en la práctica a toda la psicología y a todas las ciencias sociales». Eso es cierto. Pero hay más. No es sólo cómo ha sido definida la disciplina, es que además han coexistido tradicionalmente muchos enfoques bien diferentes, y hasta a veces opuestos. Por no poner sino un solo e interesante ejemplo, Blanco (1988) habla de cinco tradiciones: grupal, individualista, institucional, lewiniana e histórico-dialéctica. Pero, como ya hemos dicho, destacan dos enfoques, el más psicológico y el más sociológico, hasta el punto de que se ha llegado a hablar de la la existencia de dos psicologías sociales. En efecto, la psicología social, que nació como un proyecto intersticial entre la psicología y la sociología, pronto fue escindiéndose esquizofrénicamente en dos: Una psicología social psicológica, psicologista, individualista y experimentalista, que era mayoritaria y claramente dominante, y