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430 Anastasio Ovejero Bernal donde el significado, la consciencia, la finalidad, los juicios finales y de valor tienen un lugar que no es posible tener en una psicología considerada como una ciencia natural... En la consciencia no existen relaciones causales, existen relaciones significativas y simbólicas y reversibles entre las representaciones». De hecho, ya Lakatos había pronunciado la oración fúnebre sobre la «revolución del rigor» en ciencia y en filosofía al afirmar que si dicha revolución exige que en el altar del rigor sacrifiquemos todo aquello que realmente nos interesa, ha llegado el momento de prestar más atención a lo que nos interesa, olvidando el rigor. Lo que realmente sorprende es que la mayoría de los psicólogos no se hayan dado cuenta aún de ello y sólo algunos, por regla general psicólogos sociales, lo hayan hecho, aunque hace relativamente poco. La razón de tal estado de cosas tal vez resida en que, como sostiene Feyerabend, las teorías científicas son mucho más que meras formas de organizar y ordenar los datos; realmente son formas de mirar el mundo. Y lo que cuesta es mirar el mundo de una forma muy distinta a como nos han enseñado a mirarlo y a como estamos acostumbrados a hacer. Sin embargo, en psicología social y sus aledaños cada vez son más numerosos, aunque ciertamente aún minoritarios, quienes apuestan por una perspectiva psicosociológica del mundo diferente a la tradicional (Billig, Gergen, Ibáñez, Sampson, Wexler, etc.), haciendo ya una metapsicología que vaya deconstruyendo las hasta ahora tenidas por verdades inamovibles e incuestionables. Y es que, como afirma Gergen (1987, pág. 2): durante los últimos tiempos se está haciendo cada vez más evidente que los fundamentos empiricistas de la ciencia se están agrietando profundamente. El despliegue de los datos empíricos para justificar y evaluar las proposiciones teóricas está dejando de ser loable. Y en la medida en que es así, el criterio tradicional para medir el valor de una teoría ya no sirve. Por tanto, deben considerarse las teorías de conocimiento alternativas con criterios alternativos para evaluar las proposiciones teóricas. Todo ello se refleja también en las posturas más recientes en la sociología y la psicología social de la ciencia, particularmente en las posturas postkuhnianas (véase Jiménez Burillo, 1997), caracterizadas por una serie de rasgos entre los que destacan estos tres: 1) Principio del relativismo, que afirma que no hay ningún criterio universal que garantice la verdad de una proposición o la racionalidad de una creencia. Todos los procesos de producción, validación y cambio del conocimiento científico son el resultado de procesos de interacción social entre científicos o entre éstos y el medio social circundante; 2) Principio del construccionismo, según el cual el conocimiento científico es una representación que no proviene directamente de la realidad, ni es un reflejo literal de ésta. Así, no puede esperarse siquiera una interpretación idéntica de los mismos fragmentos de evidencia, pues la experiencia no es neutral, sino dependiente, y varía según el contexto social, los aprendizajes, la cultura, etc. Por tanto, el conocimiento y en buena medida la realidad se consideran socialmente construidas; y 3) Principio de causación social, según el cual la actividad científica no la llevan a