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420 Anastasio Ovejero Bernal Por consiguiente, esta teoría crítica «reincide por tanto en muchos de los presupuestos comunes que caracterizan a las nuevas orientaciones en psicología social: énfasis sobre los aspectos hermenéuticos de lo social, importancia de la razón práctica, interés por la comunicación en la vida cotidiana, atención hacia los procesos que permiten construir la intersubjetividad, sensibilidad crítica hacia la naturaleza y los efectos del conocimiento científico-social, preocupación por articular saberes emancipatorios...» (Ibáñez, 1990, pág. 225). 3) La orientación hermenéutica: aunque esta orientación estaba ya presente tanto en la sociología interpretativa de Weber, como en la sociología fenomenológica de Schütz o incluso en el interaccionismo simbólico, sin embargo, tanto Heidegger como Wittgenstein añadieron un elemento fundamental: la ubicuidad del lenguaje y la imposibilidad de trascender sus límites. Esta herencia la recoge Georg Gadamer (1960) quien afirma que no sólo son las ciencias sociales, las ciencias humanas o las ciencias históricas las que están vinculadas con la interpreación y con los límites trazados por el horizonte lingüístico-cultural en que se desenvuelven, sino que todo saber formulable, incluido el saber de las ciencias naturales, descansa, en última instancia, sobre presupuestos hermenéuticos y sobre las pre-interpretaciones inherentes al lenguaje. Es más, por decirlo con palabras de Ibáñez, todo saber encuentra sus condiciones de inteligibilidad en el seno de un «círculo hermenéutico» inescapable. Cada uno de los elementos participa en la construcción del significado global y, no obstante, cada elemento adquiere, a su vez, su sentido en función de ese significado global que, sin embargo, no existiría sin él. Nada adquiere significado si no es a través de su incorporación a un marco interpretativo que predetermina en parte el significado posible de cualquier elemento parcial. Este marco interpretativo está siempre condicionado por nuestra posición dentro de una tradición histórica y cultural. Sin duda, esto pone en entredicho el concepto mismo de una interpretación «verdadera» que alcance a un supuesto significado «objetivo» encerrado en los propios límites del «texto». Toda interpretación es relativa a sus condiciones socio-históricas de producción y a los anclajes culturales y lingüísticos del sistema de significados que la articulan. Las «pre-concepciones» son, a la vez, la condición de posibilidad y el estricto límite de la comprensión. Esta línea ha sido desarrollada, además de por Giddens y por Habermas, sobre todo por Paul Ricoeur (1986) y por Charles Taylor (1985, 1997). 4) La orientación socioconstruccionista: como un intento explícito de presentarse como una alternativa al modelo tradicional de la ciencia, positivista y mecanicista, el construccionismo social, que tiene en Keneth Gergen su principal representante, va ganando cada vez más adeptos, provenientes de diferentes posiciones alternativas al positivismo tradicional, lo que se ha visto facilitado por el hech