Test Drive | Página 38

Cómo percibimos a las otras personas: la cognición social 39 bución de su atención, siempre de acuerdo con sus objetivos y metas» (Fiske, 1993, págs. 182-183). Es más, tan importante es para nuestras relaciones interpersonales el cómo percibamos a los otros, que tendemos a hacernos una impresión de las demás personas lo antes posible. ¿Por qué? Para saber a qué atenernos. Nuestro mundo social es muy complejo y necesitamos conocer a las demás personas para maximizar los beneficios y minimizar los costos de nuestras relaciones con ellas. Por ejemplo, un alumno que el primer día de clase deseara decirle al profesor que la mayoría de los días no podrá asistir a sus clases, necesitará saber si puede comunicarle esa información o si será mejor dejarlo para más adelante. Y para ello le será muy útil hacerse una impresión de ese profesor lo antes posible. Pero nos hacemos nuestras impresiones de los demás con el mayor número de datos que podamos. De ahí la importancia que tienen los primeros momentos de las relaciones interpersonales. Por ejemplo, cuando llega a un centro un profesor nuevo, estaremos muy atentos a todas las señales e informaciones que directa o indirectamente nos digan algo de él. Por eso, a veces no resulta fácil olvidar cómo iba vestido ese profesor la primera vez que lo vimos o alguna cosa que nos contó en la primera clase. Estas dos características de la formación de impresiones nos lleva a que, en ocasiones, incluso nos hagamos una impresión de otra persona en pocos minutos, segundos o hasta al «primer golpe de vista». ¿No nos ha ocurrido alguna vez que cuando nos presentan a alguien a quien no conocemos en absoluto, ya adelantamos la mano para saludarle y estrechar la suya con cierto sentimiento de agrado o de desagrado? Es que ya nos habíamos hecho una impresión, positiva o negativa, de esa persona. En definitiva, tendemos a hacernos una impresión de los demás lo antes posible pero con el mayor número de datos que podamos. Y no suelen ser pocos los datos de que disponemos de los demás ya en los primeros instantes de la interacción, ya que la comunicación no verbal, los estereotipos (profesionales, sexuales, etc.) o las teorías implícitas de la personalidad nos proporcionan muchos. En conclusión, aunque el hombre ha avanzado increíblemente en algunos campos (industria militar, genética, cirugía, etc.), sin embargo en aspectos psicológicos lo ha hecho muy poco, ni en las relaciones interpersonales ni en nuestro pensamiento social (percepción social, memoria, etc.). Por el contrario, con enorme facilidad nos formamos y mantenemos creencias falsas. Y todo hace suponer que en la cotidianeidad de la vida social esas ilusiones o falsas creencias son aún más fuertes y generales que lo encontrado en los estudios de los que aquí hemos informado, casi siempre experimentales. Y lo que es peor, las impresiones, interpretaciones y creencias falsas que nos formamos pueden tener graves consecuencias, algunas de las cuales hemos mencionado en este capítulo. Ahora bien, nuestras formas de pensamiento son adaptativas, y con frecuencia los errores son un producto secundario de nuestras estrategias para simplificar la complejísima información que recibimos. Más aún, incluso nuestros sesgos cognitivos son también adaptativos, aunque, desde luego, no todos.