La influencia de las minorías activas
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sino los receptores precoces de un cambio que ya está en el centro del sistema, cambio que ellas explicitan y contribuyen a difundir» (Ibáñez, 1987,
pág. 234). Por tanto, las minorías eficaces no son las directamente productoras de cambio social, sino sólo el instrumento que asegura su difusión.
Y el hecho de que con frecuencia sean reprimidas no significa sino la complejidad de las instituciones sociales, donde no todos sus elementos evolucionan a la vez, lo que, dicho sea de paso, contribuye además a evitar cambios demasiado rápidos o demasiado profundos. «Son los elementos de la
mayoría los que retoman y difunden las posiciones minoritarias, en tanto
que ello no les ponga en peligro a ellos mismos. En última instancia, pues,
son los centros del poder los que deciden si una innovación, metabolizada
por los elementos mayoritarios, va a poder continuar extendiéndose lentamente en el tejido social, o bien si es necesario, hacerla abortar» (Ibáñez,
1987, pág. 235). Por consiguiente, concluye Tomás Ibáñez, si queremos
conocer bien el fenómeno de la conversión se hace necesario: a) introducir
plenamente el fenómeno del poder, principalmente bajo el aspecto de los
costos sociales sufridos por los minoritarios; y b) acentuar la dimensión
social del conflicto, en lugar de la dimensión cognitiva.
Conclusión
En conclusión, «los dos factores fundamentales para entender la
influencia social en un contexto intergrupal son la identificación y el conflicto que crean los juicios divergentes mantenidos por una fuente de
influencia. En unos casos la divergencia crea conflicto por los presupuestos
epistemológicos de la tarea, en otros porque el intragrupo ve así amenazada
su existencia, en otros porque pone en jaque la aplicación de determinados
valores que el individuo acepta» (Pérez y Mugny, 1996, pág. 485). Si examinamos las minorías ideológicas (los grupos antimilitaristas o antinucleares) observamos que están enfrentadas, por una parte al poder, y por otra
a la población, que es el blanco real de la influencia. Ahora bien, si la
minoría quiere influir sobre la población deberá ser consistente, para poder
así aparecer como una alternativa social al poder. Frente al poder, el bloqueo de la negociación es la estrategia más adecuada. Sin embargo, para
influir sobre la población, la minoría deberá mostrarse abierta a la negociación, para evitar ser percibida por la población como rígida y dogmática.
Ahora bien, el contexto social va a ser crucial, pues un mismo comportamiento de la minoría puede ser juzgado como rígido y dogmático, o como
independiente y original, dependiendo del contexto. Y en gran medida, ese
contexto lo establece el poder, lo establece quien detenta el poder, para así
defenderse a sí mismo contra las minorías y su influencia, promoviendo en
la población una muy concreta interpretación de la desviación. De esta
manera, el comportamiento de la minoría no sería visto como una alternativa al poder, sino como un mero reflejo de la psicología (a menudo patológica) de esa minoría. Ello explicaría la enorme dificultad que tienen las